El Gobernador Cornejo vive en el mundo del revés. Baja el salario real a los docentes y aumenta la ganancia a las empresas. No sólo es injusto, tampoco hace crecer la economía.*

Por: Carlos Almenara

Los acontecimientos presentes actualizan el debate acerca de qué tanto se repite la historia. Cada discusión económica de hoy, escasas por cierto, evoca un dejá vù de situaciones y argumentos remanidos hasta el cansancio para quienes vivimos la década larga del ’89 al 2002.

La deuda externa, las “bondades” del Fondo Monetario, la apelación a las inversiones, el libre mercado, las importaciones por doquier, la baja de los impuestos a los sectores de mayores ingresos y muchas otras cuestiones que se aplican hoy comienzan a producir los resultados que ya produjeron: concentración del ingreso, pobreza, indigencia, desempleo, recesión.

El gobernador Cornejo se ha enrolado decididamente en ese marco teórico-ideológico. Presenta el presupuesto de 2017 con bombos y platillos anunciando “baja de impuestos”.

Claramente puede plantearse que los docentes, que perdimos más de 10% de salario real en 2016 (sin contar la pérdida de derechos laborales con inventos como el “ítem aula”) financiamos el descuento de impuestos, principalmente, a empresas.

El caso de los docentes es extensivo al conjunto de los empleados estatales. Una paradoja que habrá que plantearse algún día es la de quienes enarbolan un discurso hostil al Estado y a sus trabajadores y quieren conducirlo.

La baja de impuestos sólo conduce a un aumento de la rentabilidad empresaria. Rentabilidad que los empresarios agradecen y embolsan. Aumentan su ganancia. Pensar que porque a los empresarios se les baje los impuestos producirán más es una falacia, un engaño.

Los empresarios no producirán más, no invertirán más, si no tienen a quién vender lo que producen. Y en ese caso no lo harán por altruismo, seguramente, sino para aumentar su rentabilidad.

La baja del salario docente es también una mala noticia para la economía. Tiene un efecto multiplicador mucho más marcado el presupuesto gastado en salarios de docentes que compran en el almacén del barrio, cambian la cubierta del auto o la moto, o arreglan el techo de su casa que la ganancia extra de un empresario, que, con las actuales reglas de juego, es muy probable, termine en Bahamas.

La caída del consumo con el gobierno de Macri oscila, según los sectores entre 5 y 10%. Como pocas veces, el gobierno nacional hace explícita en cada una de sus acciones la vuelta al modelo agroexportador basado en la “ventaja comparativa”. La ventaja comparativa argentina, por si hace falta decirlo, es la soja, es la feracidad de su pampa húmeda. Lo que el irreemplazable Aldo Ferrer llamaba la “enfermedad holandesa” o “maldición de los recursos naturales” tiene en nuestro país forma de poroto de soja.

Que los recursos naturales pueden representar una “maldición” lo muestran numerosos países que, ricos en minerales, petróleo o granos, no alcanzaron el desarrollo y la integración de su población. Sólo lo hicieron aquellos países que, ricos en recursos naturales o no, como Japón, desarrollaron y protegieron su industria y su tecnología.

El modelo de la “ventaja comparativa” deja afuera a Mendoza. Es comprensible que el gobierno nacional deprima el consumo, aumente los despidos, haga caer los salarios porque su modelo supone exportar soja. No necesita estimular el consumo interno porque la soja tiene mercados externos. Es un modelo que incluye no más de 15% de la población. Y no incluye a Mendoza.

El modelo agroexportador no trae nada a la provincia. La suerte de la producción agropecuaria local no va de la mano de la pampa húmeda y los granos, sino de la industria y el consumo.

Mendoza carece de un modelo de desarrollo claro y viable. Pero el que seguro no funciona es ser furgón de cola de los sojeros. A eso apuesta el gobierno provincial acompañado por empresarios cuyas anteojeras ideológicas pueden más que su propio beneficio y su rol social.

Cornejo quiere que lo aplaudan por presentar un presupuesto que aumenta la rentabilidad empresaria y disminuye los salarios de los trabajadores. No sólo es injusto, tampoco funciona económicamente. Para el gobernador del revés, Jorneco, es justo darle más al que más tiene y estimular la producción rezándole a empresarios que no tendrán a quién vender lo que produzcan.

*publicada como carta de lectores Diario Los Andes. Imagen: elsol.com.ar

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