La tragedia de Costa Salguero no es la primera en que dealers macristas dejan el tendal. Raúl Peque García ya había dado la nota cuando al despuntar el año y con la complicidad del intendente platense, Julio Garro, dejó morir a Yésica Uscamayta, joven estudiante periodismo de la Universidad Nacional de La Plata.

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Peque García aún permanece prófugo y pululan sospechas de que el poder político bonaerense no lo busca con dedicación. Incluso no falta quien, con sorna, relaciona los más de $ 600.000 que destinará la gobernadora Vidal a refaccionar su nueva residencia con la construcción de una piecita para García.

La casita militar de Mariú

¿Se viene la piecita al fondo para Peque?

Cínicos a niveles pocos conocidos, los macristas se llenan la boca con la “lucha contra las drogas” al tiempo que se la llenan de pastillas. Deben controlar y no controlan. Deben regular y no regulan. Adoptan un discurso de “mano dura” al tiempo que organizan los “excesos” y matan gente en el medio.

Sea por su concepción del Estado o por su participación en las mafias de la droga (o por ambas), un gobierno manejado por esta gente es una calamidad importante. Las consecuencias empiezan a verse en los cementerios.

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