Ante el malestar militar, Bolsonaro reculó de dar una base a los yanquis. Fiel a la tipología, el brasileño arruga ante el poder fáctico y sobreactúa dureza con los débiles.

La interesante postura de los militares de Brasil sólo sería consistente consigo misma si asumieran que el problema de soberanía es tener a semejante cipayo de presidente.

Bolsonaro habría archivado el proyecto ante la fuerte reprobación de los militares brasileños

Bajan el pulgar a la base militar de EE.UU.

El flamante ministro de Defensa, general Fernando Azevedo e Silva, manifestó sus dudas sobre la utilidad de permitir que fuerzas de otro país operen en Brasil. Ocurre tras la “urticaria” que provocó la idea en los mandos del Ejército.

Por Dario Pignotti

Desde Brasilia

Los militares reprueban la instalación en Brasil de la base estadounidense prometida personalmente por Jair Bolsonaro al secretario de Estado Mike Pompeo. Altos oficiales dijeron, preservando su identidad, que rechazan de plano esa propuesta que atribuyen al amateurismo del flamante presidente para lidiar con asuntos geopolíticos sensibles, publicó ayer el diario Folha de San Pablo. Según ese matutino la sola idea de que haya marines y armamento operado por norteamericanos causa “urticaria” en los mandos del Ejército. De acuerdo al artículo, una vez informado del rechazo castrense Bolsonaro habría optado por archivar el proyecto que trató con el enviado de Donald Trump el miércoles pasado en Brasilia, un día después de la toma de posesión.

Como se trata de una información emanada de fuentes sin identidad y no de un anuncio oficial habrá que aguardar semanas o meses para conocer el desenlace de esta discrepancia de fondo surgida prematuramente entre los cuarteles y el jefe de un gobierno que hoy cumple ocho días.

Desde el anonimato los generales amonestaron al capitán retirado por su opción personal a favor de un alineamiento automático con Washington en materia de defensa. O más que ello: un entendimiento establecido en particular con Trump y la “derecha alternativa” que imagina imponer un nuevo orden supremacista a escala global.

Aún antes de asumir como jefe de Estado el vencedor de los comicios de octubre envió a su hijo, el diputado Eduardo Bolsonaro, a Washington donde fue recibido por funcionarios del segundo escalón de la administración republicana tras lo cual el joven congresista se mostró ante las agencias de noticias luciendo una gorra con la inscripción Trump 2020.

Ese proselitismo al parecer no agradó a los cuadros militares ni a diplomáticos de carrera avezados en los filigranas de la relación con la mayor potencia mundial.

Ese histrionismo de legislador y otras iniciativas de impacto le permitieron al ignoto presidente electo, que ante medios extranjeros llegó presentarse como el “Trump brasileño”, hacer pie en la Casa Blanca. A fines de noviembre desembarcó en Río de Janeiro el consejero de Defensa John Bolton, un “halcón” famoso por sus posiciones belicistas y haber escogido a Venezuela, Cuba y Nicaragua como el nuevo eje del mal hemisférico. Durante el encuentro con Bolsonaro se habló de la crisis en Caracas y, al parecer, también de la controvertida base.

La noticia sobre el descontento militar por la presencia norteamericana publicada por Folha ayer acarrea una seria de consecuencias tangibles.

La primera es señalar que un grupo, probablemente representativo de la opinión mayoritaria de las Fuerzas Armadas, desmintió al presidente que había empeñado su palabra ante Mike Pompeo.

El propio Bolsonaro dijo al canal SBT que tenía en mente permitir la presencia de tropas extranjeras posiblemente en la región amazónica y que la alianza con Estados Unidos puede adquirir un carácter “bélico” ante la amenaza que suponen los ejercicios de tropas Rusia en Venezuela.

En ese sentido señaló que Brasil no puede resignar la “supremacía” militar en América del Sur en un tablero donde se ahonda la tensión con el “dictador” Nicolás Maduro.

Este lunes Eduardo Bolsonaro abogó por la formación de un “gobierno de transición” venezolano al margen del de Maduro. Una posición similar a la planteada por el canciller Ernesto Araújo el viernes último en Perú, durante la cumbre del Grupo de Lima, cuando también respaldó la presencia de militares norteamericanos en su país.

El rechazo de los militares a la base extranjera en la Amazonia conlleva otra consecuencia de orden interno: indica que las Fuerzas Armadas se conducen como un polo de fuerza dentro de una administración donde cohabitan de forma poco armónica con varios grupos de interés. Como el clan de la familia presidencial y los banqueros que responden al “superministro” de Economía Paulo Guedes.

Para no dejar dudas sobre la línea de los uniformados el ministro de Defensa, general Fernando Azevedo e Silva, manifestó sus dudas sobre la utilidad de permitir que fuerzas de otro país operen en Brasil.

Las declaraciones del ministro al diario Valor Económico fueron cautelosas como para no desautorizar al presidente pero lo suficientemente claras como para expresar su desacuerdo. 

Todo este ruido está lejos de significar que el Ejército no acepta bajo ningún concepto un acuerdo con Washington. 

En noviembre de 2017, bajo el gobierno de Michel Temer, tropas de ambos países realizaron ejercicios conjuntos en la Amazonia simulando operaciones de ayuda “humanitaria” en Venezuela. En el operativo Amazonlog también participaron tropas de Colombia, Perú y otros países latinoamericanos.

Fuente: Página/12. Link. Imagen: @ActualidadRT.

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.