Cientos de miles participaron de la peregrinación a Luján. El arzobispo García Cuerva señalo el 53% de pobreza y llamó a la solidaridad.

Miles de fieles se congregaron en la 50° peregrinación a Luján

Este sábado 5 de octubre se llevó a cabo la 50° Peregrinación a Luján. Congregó a miles de fieles que caminaron desde la Iglesia de San Cayetano en Liniers hasta la Basílica de Luján, atravesando varios municipios del Conurbano Bonaerense bajo la consigna «Madre, bajo tu mirada, buscamos la unidad». Crónica periodística por Sebastián Motta para ANRed

Los fieles se reúnen bien temprano el sábado por la mañana en la iglesia de San Cayetano, Liniers, para dar comienzo a la 50° peregrinación a Luján.

Los cantos, gritos y abrazos son alegres, aunque ya algunos están conmovidos. Otros se confiesan con los curas rodeados de una formación de Granaderos que se reúne para interpretar algunas piezas musicales. En la vereda hay venta de imágenes, rosarios y estatuillas mientras entre la muchedumbre vestida para una maratón se posicionan algunos carro-bicis listos para guiar a sus congregados con música o frases alentadoras.

Estas escenas son nuevas para quien escribe, pero encuentro aquí algo que me marca y es que no se trata de un culto cerrado de élites. Se trata de Pueblo, de chori en la calle, de clase baja y media, de conurbano y Liniers, carros, venta ambulante, cumbia en parlantes cortando la calle y muchas otras cosas que actualmente están mal vistas para el poder y sus alrededores. Es una buena muestra de la Clase Trabajadora de Argentina.

-«Dejaron algo o nada?» – le pregunto mientras hago mi aporte a Ana, una señora sentada en el medio de la calle, pidiendo colaboraciones con una cajita.

-«No mi amor. Está complicado, pero no importa, Dios te bendiga».

Sigo mi camino y desde arriba del puente escucho una canción de cancha con bombos y todo. Siento el olor a la pólvora de las bengalas pero no logro ver con la cámara. Por un momento me sentí en algún club de barrio o en alguna marcha pero no, era un grupo de jóvenes detrás de una virgen y la letra era para ella.

Avanzado en el trayecto, más precisamente en General Rodríguez recorro la traza de la peregrinación y la imagen es un poco distinta. Ahora veo gente descansando como puede. Acá el baile y las risas, en conjunto con la comida y la gaseosa con cafeína y azúcar sirven para engañar al cuerpo y empujarlo unos cuántos kilómetros más hasta la Basílica de Luján.

Es el último tramo y con quienes hablo me dejan ver la alegría de haber sufrido, de demostrar su fe.

Creyentes o no, también hay lugar para hacer unos mangos con una parrillita, sanguches de milanesa, gaseosas, panchos, rosarios y hasta bastones.

Ya en Luján, después de más de 60 kilómetros a pie, los peregrinos se desploman en la catedral dando lugar a escenas donde se mezcla lo solemne y sombrío de una iglesia de este porte, con callos de personas que sollozan.  Algunos en el suelo, otros donde pueden y como pueden. Una sola cosa les importa: llegaron.

Y llegar no es poca cosa porque implica, para muchos como Juan «de zona sur» (como se definió él mismo) que yacía desplomado junto a su pareja, poder cumplir una promesa y demostrar un compromiso con una causa mayor. Para otros es simplemente una forma de agradecer y para algunos es «una tradición», como me explicaba una señora después de pedirme de una manera demasiado amable que no saque tantas fotos adentro.

Esta tradición es para miles de argentinos de una fuerza sobrenatural. Tiene corazón y tiene pueblo y contra eso es difícil argumentar.

Fuente: ANRed. Link. Imagen: Infobae.

Una Respuesta

  1. Juan Singuita

    No me parece que el presidente escuche siendo judío-sionista…

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