Justo el día previo a las elecciones estadounidenses, la canciller argentina volvió a jugar fuerte con la candidata perdedora. Ya había perdido en su nominación a Naciones Unidas.

¡Qué puntería!

De modo inédito pero con una racionalidad impecable, el macrismo apostó todas sus fichas a Hillary Clinton. Macri le expresó personalmente su apoyo a la candidata demócrata, lo hizo público y se fotografió con ella. El proyecto macrista precisaba un triunfo de Clinton. La construcción de una colonia dependiente del centro hegemónico requiere un tipo de globalización imperial determinado, al menos en los planes del presidente argentino.

Malcorra, que parecía uno de los cuadros experimentados del gobierno, no para de hacer papelones escandalosos. Los diez primeros meses del gobierno orientó toda la política exterior argentina a conseguir su nominación en la ONU. Fracasó con todo éxito. En el camino gastó millones de pesos de los argentinos y concedió ventajas ante terceros países a cambio de que apoyaran a la canciller, algo que era un beneficio personal mas no nacional.

Será una tarea ardua determinar todo lo que le costó al país la candidatura fallida de la ministra de exteriores que quedará en la historia por descartar la lucha diplomática suramericana por Malvinas. Ahora habrá que sumar las pérdidas por meterse en la política interna de un país extranjero violando toda regla multilateral democrática. Por supuesto, nadie duda que en cada caso, Susana Malcorra actuó siguiendo las instrucciones de Mauricio Macri, el gran cipayo argentino.

Malcorra no condujo la ONU. Argentina se clavó

Foto: La Nación.

 

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