Organizaron marchas en cuarentena, quemaron barbijos, denunciaron las vacunas como veneno, propusieron tomar lavandina, sabotearon todo. Ahora los vendepatria llevan piedras por los muertos que ellos produjeron.

El mismo reclamo, sin temor a las contradicciones

«Marcha de las piedras», la raleada protesta opositora en Olivos y Plaza de Mayo

Presentada como «apolítica», las consignas dominantes fueron las de los opositores más duros, que se sumaron a la convocatoria. Terminada la protesta, el Gobierno recogió las piedras con nombres de fallecidos para incorporarlas al espacio de homenaje que se levantará en el futuro.

Por: Karina Micheletto

Organizada por las redes, la mayor convoctaria de la «Marcha de las piedras» pareció quedar finalmente en ese ámbito virtual, amplificada luego por lo mediático. Bajo ese nombre se convocó este lunes por la tarde a protestar contra el manejo de la pandemia que lleva adelante el gobierno de Alberto Fernández, y recordar a las personas fallecidas por coronavirus en este último año y medio. Unos pocos cientos de manifestantes se congregaron en dos puntos principales, la Casa Rosada y la Quinta de Olivos, aunque se invitó a organizar réplicas en todo el país. Igualmente, apenas terminada la marcha, el Gobierno recogió las piedras que fueron depositadas con nombres de personas fallecidas, para exponerlas en el futuro en el espacio que se levantará en su memoria.

Propuesta como «apolítica», la marcha sumó algunas figuras opositoras en plena campaña –Ricardo López Murphy, Waldo Wolff, Fernando Iglesias, (la historiadora tuitera) Sabrina Ajmechet, (la científica tuitera) Sandra Pitta, fueron algunos de los que fueron con sus piedras–, aunque no al elenco ampliado que solía verse en las marchas anticuarentena. A los asistentes consultados por Página/12 tampoco les parecieron contradictorias las consignas contrastantes de las marchas contra el gobierno: las primeras contra las medidas de cuidado, a las que varios manifestaron haber asistido; la de ahora en reclamo por la cantidad de muertes. 

En Plaza de Mayo las piedras se fueron acumulando alrededor del mástil principal, y frente a las rejas de Casa Rosada, entre algunas velas y muchos carteles dirigidos mayoritariamente contra la figura del Presidente, aunque no faltó el ya clásico «Cristina presa ya». Muchos aludían a la célebre foto de cumpleaños y a lo que se presentó mediáticamente como «el escándalo de las visitas a Olivos». Ni el perro se salvó: «Dylan con entrenador a domicilio y yo sin poder despedir a mi mamá», decía uno. 

«Vine en homenaje a mi mamá y a los 109 mil muertos. Yo no pude despedirme de ella, la podía ver diez minutos por día, viajaba tres horas para ir y tres para volver. No pude acompañarla al cementerio ni velarla», lamentó ante este medio una mujer vestida con un traje de presidiaria que llevaba el número «CFK678», y un barbijo que decía «Qué gobierno de mierda». Como muchos de los consultados, la mujer responsabiliza al gobierno, antes que a la pandemia, por todo lo sufrido, y asegura que «los controles estuvieron mal»: «No somos nenes de pecho, sabemos cuidarnos. ¿Sabés cuánta gente se fundió, se suicidó, porque no tenía cómo pagar las cuentas, cuántos dejaron de ver a sus nietos, a sus hijos?», pregunta. De todo eso culpa al gobierno porque «no supo manejar la cuarentena, encerraron a todo el mundo para ocultar su inutilidad», según su análisis.

«Los K de fiesta en Olivos y el pueblo encerrado, fundido y muriendo», decía el cartel de otra señora. «Vine a reclamar las 109 mil muertes que tuvimos por negligencia, por acuerdo políticos, porque nuestros mayores no se pudieron vacunar», explica su participación en la marcha. ¿Esas muertes, se las atribuye al gobierno o a la pandemia? «Hubiese muerto gente, sí, pero el gobierno no tuvo las vacunas en tiempo y forma, y acá están los resultados», responde. Cuando se le mencionan los avances del plan de vacunación en la Argentina y la cantidad de dosis que se fueron recibiendo en comparación con otros países, dice que «no cree en las cifras» porque, sencillamente, «las da el gobierno». 

“Llevemos una piedra por cada familiar o amigo que perdimos durante esta pandemia. Otra en nombre de los que están lejos”, proponía la convocatoria. La simbología coincide con el rito funerario judío de las piedras de la recordación, que se dejan sobre las lápidas en recuerdo de los seres queridos. Pero, curiosamente, no se hizo mención al origen judío en ninguna de las múltiples formas de la convocatoria. Más de uno se expresó desconcertado, o ensayó curiosas explicaciones, ante la consulta de Página/12.   

«Vine a reclamar por el robo de vacunas, la insensibilidad por los muertos, la fiesta en Olivos que se mandaron. La culpa siempre es del virus, de la cuarentena, ¡no se hacen cargo de nada!», reclama Andrés, uno de los pocos jóvenes que se ven en la marcha. Consultado por cuál robo de vacunas, menciona «los respiradores que donó Messi y no se los dejaron usar».

¿Los muertos se los atribuye al gobierno, o a la pandemia?, le pregunta Página/12 a Omar, de 69 años, uno de los que se acerca a argumentar su descontento con la gestión de la pandemia en particular, y con todo lo que hace el gobierno en general. «A los dos si te descuidás, porque (Alberto Fernández) es un títere, un manejado», responde.

«¡Es culpa del gobierno porque no se les cae una idea! ¡La única idea que tuvieron fue sacar a los ladrones para seguir robando!», se suma una señora al escuchar la indignación en voz en alta.

«Se está acercando la época de las elecciones y recién ahora están ofreciendo las dosis. No solamente a los adultos mayores como yo, sino a los jóvenes. ¿Para qué? Para conquistarles el voto», relaciona Omar. Y sin entrar en contradicción cuenta que él aceptó darse la segunda dosis «porque ahora dicen en el gobierno que no se va a poder viajar a ningún lado si no estás vacunado, pero ya no sabemos si es para cuidarnos a nosotros o es una estrategia para vacunarnos». 

Su testimonio y el de muchos otros y otras parece por momentos un confuso compendio de instalaciones mediáticas que no entran en contradicción con la propia experiencia, ni con lo afirmado un minuto antes. 

Un grupo de señoras se destaca por portar barbijos con la leyenda «Segundo tiempo», y el dibujo de un halcón. «Es por el segundo tiempo que vamos a tener a nuestro presidente Macri. Tenemos fe de que él va a regresar», explica. Se le marca que el expresidente está un tanto corrido de la campaña, que se lo lo vio más por Europa y que Larreta parecer haber ganado protagonismo. «No existe Larreta. El salió porque tenía un compromiso previo con la Fifa y tenía que exponer su libro, reunirse con los principales líderes del mundo. Porque él es reconocido en todos lados», asegura, orgullosa. 

Los indignados más bochincheros son «retados» por otros que piden respeto por el recuerdo de los muertos. Uno de los vociferantes se presenta como representante del «Movimiento Revolucionario Sinergia», que apoya al partido neonazi de Biondini. «¡Estamos en contra de todo este manejo político de la plandemia, de este liberticidio, de este desgobierno», le dice a Página/12. «No negamos que exista el virus pero sabemos que está mutado y manipulado para acicatear una psicosis masiva y aumentar las ganancias de las farmafias y las trasnacionales», explica sin ahorrar fórmulas ni slogans.

Banderías y expresiones instaladas de todo tipo se entremezclan, así, con el genuino dolor por las muertes. No hay teles prendidas ni paneles de opinadores por aquí, pero los gritos que se escuchan son demasiado similares.  

Fuente e imagen: Página/12. Link

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