Esta semana el Senado trata la aprobación de los nombramientos de Macri en la Agencia Federal de Inteligencia. El pasmoso retroceso a que la llevaron estos ocho meses debería bastar para repudiarlos. El manejo de la AFI se inscribe en un plan sistemático contra la república.

Desde que asumió, la ex SIDE es motivo de desvelos de Macri. Allí nombró una persona de su máxima confianza, Gustavo Arribas, socio en los negocios e incluso mencionado como testaferro de Macri.

Independientemente de las consideraciones previas a la asunción, en una conducción en la que es secundado por Silvia Majdalani, por las que es señalado como sospechoso de lavado de dinero, la gestión de estos meses es una regresión a las tinieblas.

La ex SIDE de Stiuso ha vuelto con alfombra roja. Es la que participó de secuestros, tuvo participación en extorsiones varias a organismos de la república, manejó jueces y fiscales, administró prostíbulos, vendió narcóticos y muchas otras linduras.

Entre los cambios que suponen una reconversión opaca, autoritaria y mafiosa de la estructura pueden mencionarse:

– Disposición de toda la estructura de inteligencia al servicio del espionaje de los opositores políticos, preparación de «carpetazos», aprietes a jueces, sindicalistas, legisladores.

– Actuación, por lo menos difusa, en la cadena de encubrimientos vinculada a la fuga de los hermanos Lanatta en articulación con Patricia Bullrich.

– Cobertura y negociación con Pérez Corradi. El objeto de la negociación es la imputación a la oposición política.

– Nombramientos de Juan José Gallea, corresponsable del vaciamiento de Tiempo Argentino y partícipe en la maniobra de apropiación macrista que incluyó una patota en la sede del diario. También denunciado por lavado de dinero. Ver.

– Nombramiento de Eduardo Miragaya, ex fiscal incurso en irregularidades en trámites jubilatorios. Miragaya presentó certificados médicos truchos para no trabajar como fiscal durante años. Nombrado en AFI, milagrosamente «se curó». Ver.

– Espionaje al juez Sebastián Casanello. El espionaje se difundió por los medios a partir de seguimiento al teléfono del juez para «atacarlo» por una supuesta reunión con Cristina Fernández de Kirchner en Olivos. El hecho es la síntesis de la gestión arribas: armar carpetazos ilegales contra opositores, así sea el juez que investiga a Macri por los Panama Papers. O sobre todo si lo es. El hecho, como siempre, era falso.

– Financiamiento de programas de televisión y periodistas. Como ocurrió con Menem y el llamado «grupo Barolo», vuelven los sobres a periodista y el peregrinaje a recibir los reportes que luego tienen que bajar en sus programas. Animales sueltos es el producto estrella.

El listado, incompleto, de un tirón, basta para desaprobar el nombramiento de Gustavo Arribas.

Imagen: La Nación.

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