El ataque a Verbitsky actualiza la pregunta del por qué. En entrevista televisiva el periodista sostuvo que “pegan donde más duele”. Emparentó su situación con la vivida por muchos funcionarios y militantes del gobierno nacional. Citó, por ejemplo, las cuentas de Nilda Garré y Máximo Kirchner inventadas por Clarín.

Esa lógica es correcta, hay un comportamiento mafioso del grupo Clarín. Se manifiesta en la sanción pero también en la extorsión profesional. Se descubrió una oficina del grupo para hacer inteligencia sobre jueces y funcionarios. Investigan los consumos, por ejemplo, las propiedades y cuando encuentran alguno cuyo nivel de vida no coincide con sus ingresos lo extorsionan, si no hacés lo que queremos sos primera plana y todo los rebotes.

Pero hay más. Hay también una lógica esquizoide que la aplican al caso de Verbitsky y a todo. ¿Quién ataca a Verbitsky por una supuesta defección? ¿Sus compañeros? No, los que condenan la militancia de Verbitsky.

Es como si Cecilia Pando dijera “este gobierno NO es memoria, verdad y justicia”, pero señora, Ud. está en contra de memoria, verdad y justicia; no importa, lo importante es que este gobierno NO es memoria, verdad y justicia.

Todo el tiempo funciona de ese modo. El grupo de tareas no discute si debe haber una política de Derechos Humanos reparatoria, dice que este gobierno NO es lo que dice, pero lo dice alguien que NO quiere una política de Derechos Humanos reparatoria.

La comunicación esquizoide genera daños a la salud pública como se manifiesta en algunas conductas de los cacerolos vernáculos y en ciertos comentaristas de diarios electrónicos. Hasta ahora no se ha demostrado que los daños sean irreparables.

Por otro lado la comunicación esquizoide está en el corazón de la matriz de construcción de oposición política del grupo Clarín. Legitima la excepcionalidad. Todo vale contra el gobierno. Los grandes repúblicos manipulan jueces y causas en nombre de la recuperación de la república. Las supuestas izquierdas marchan con la Sociedad Rural en nombre de los trabajadores. Todo a cuenta de la excepcionalidad que construyeron con la comunicación esquizoide.

Sigue siendo una lucha muy desigual y en las instituciones estatales que controlan las áreas respectivas no se está cuidando a los agredidos por el grupo. Esto no depende de que Cristina le baje o le suba el pulgar a Clarín. Organismos como AFSCA o CNC no están controlando y poniendo coto a los multimedios que dominan el país y atacan como mafias. Y eso no es oficialismo ni oposición, eso es no proteger a los débiles que no tienen voz.

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