Los tratados de libre comercio con los países industrializados perpetúan las asimetrías y condenan a la Argentina al rol de productor primario. Esto fascina al gobierno neoliberal de Macri. Tres tratados amenazan, los analiza el destacado periodista Miguel Longo.

Alerta de tsunami… por tres

 La alarma no proviene de las frescas aguas del océano:

nace de las movedizas y oscuras arenas de los mercados y los negocios

 Por: Miguel Longo

A través de esta nota intentamos dar una breve reseña de los movimientos -por ahora subterráneos- que se registran a escala global y que van a producir una reconfiguración absoluta de las relaciones económicas internacionales.

Haciendo un símil atrevido, podríamos comparar los tres movimientos amenazantes con una ronda eliminatoria del fútbol mundial:

  • Octavos de final: el acuerdo TISA
  • Cuartos de final: el Acuerdo Transpacífico
  • Semifinal: TLC EU/UE

Y quedará pendiente la Gran Final: el vencedor de la semi, Estados Unidos, frente a los BRICS, encabezados por China, más Rusia, India, Brasil y Sudáfrica..

Vamos por partes:

TISA

El Acuerdo sobre Comercio de Servicios (TISA, por sus siglas en inglés Trade in Services Agreement ) es una iniciativa plurilateral que pretende “mejorar y expandir el comercio de servicios”.

Los acuerdos cubren, entre otros, los siguientes sectores: servicios financieros; servicios TIC (incluyendo telecomunicaciones y comercio electrónico); transporte marítimo; transporte aéreo; servicios de entrega competitivos; energía; servicios profesionales; entrada temporal de personas de negocios; y compras del sector público.

Los 23 integrantes, uno de los cuales es la Unión Europea con sus 28 países miembros, representan el 70 por ciento del comercio global de servicios. Ellos son: Australia, Canadá,, China Taipéi,, Estados Unidos, Hong Kong, Islandia, Israel, Japón, Liechtenstein,, Nueva Zelanda, Noruega, Pakistán,, República de Corea, Suiza, Turquía y la Unión Europea. De América Latina se suman  Chile, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Paraguay y Perú. Un caso especial es Uruguay: que suscribió el acuerdo durante la presidencia de José Mujica, pero un plenario del Frente Amplio gobernante lo rescindió por amplia mayoría durante el gobierno de Tabaré Vásquez.

Este acuerdo tan amplio y profundo, sugestivamente se ha mantenido en secreto (es lo que popularmente se denomina “cola de paja”)

Un estudio reciente publicado por Public Services International (PSI), sobre la base de una crucial revelación de Wikileaks, muestra que el TISA evitará que privatizaciones fallidas vuelvan a manos del sector público, restringirá leyes y reglamentos nacionales en áreas tales como la seguridad de los trabajadores y las regulaciones ambientales y de protección al consumidor, y restringirá la autoridad reguladora en áreas tales como la concesión de licencias de establecimientos de salud, centrales eléctricas, instalaciones de eliminación de residuos y la acreditación para universidades y escuelas.

TRANSPACIFICO

Históricamente, es la propuesta de expansión del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica suscrito en 2005 por Chile, Nueva Zelanda, Singapur y Brunéi.

Pero el verdadero impulso del TPP  Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (en inglés Trans-Pacific Partnership, TPP) o simplemente Acuerdo Transpacífico, ocurrió cuando Estados Unidos expresó su interés por la zona de Asia Pacífico. En marzo de 2008 Estados Unidos se unió a las negociaciones: el entonces presidente George W. Bush informó al Congreso el 22 de septiembre de ese año la intención de su país de adherir a dicha negociación. Junto con Estados Unidos se integraron Australia, Canadá, Japón, Malasia, Vietnam y -de América Latina- Perú y México.

Las negociaciones del TPP se centran, nada menos, en más de 20 mesas de trabajo, que incluyen agricultura, aduanas, bienes industriales, reglas de origen, textiles, servicios, servicios financieros, movilidad de personas de negocios, inversión, telecomunicaciones, competencia/empresas comerciales del Estado, comercio y medio ambiente, compras de gobierno, derechos de propiedad intelectual, comercio y trabajo, medidas sanitarias y fitosanitarias, obstáculos técnicos al comercio, remedios comerciales, y temas legales/institucionales.

El TPP -que apunta directamente a “rodear” a China- quedó definitivamente oleado y sacramentado el 16 de febrero de 2016.

EU/UE

La reducción que implica esta sigla no es ingenua: en realidad la dupla Estados Unidos-Unión Europea es totalmente ambigua: son prácticamente lo mismo en materia de seguridad internacional a través de la OTAN, pero al mismo tiempo están tratando de superarse -prevaleciendo uno sobre el otro- a través de un complejísimo Tratado de Libre Comercio.

El objetivo es crear un área comercial de 800 millones de consumidores.

Tanto por el tamaño del socio (Estados Unidos) como por su ambición, al querer renovar, armonizar o converger las barreras protectoras que dificultan los intereses del comercio en el Atlántico norte, los europeos sienten que están frente a algo nuevo y con un potencial de impacto gigantesco.

Lo llaman TTIP,  Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones, que se ha estado negociando a puerta cerrada. Distintos nombres para un único propósito multisectorial: negociar puntos en común entre dos bloques económicos muy importantes pero con tradiciones regulatorias distintas. Quiere establecer el faro comercial de Occidente a juicio de sus defensores, facilitando el crecimiento, liberalizando servicios y defendiendo al eje atlántico del creciente poder asiático. Será una “constitución de las multinacionales” o un “caballo de Troya” que definirá un orden legal por encima de derechos sociales y medioambientales, alegan sus detractores. El contenido, de momento, es secreto.

Pero las sospechas han crecido en la UE por el temor de que acabe dándole la estocada final al Estado del Bienestar, o entregando a las corporaciones el poder de demandar a los gobiernos mediante tribunales especiales privados.

NUESTRA INCOGNITA

Queda pendiente, en este marco tsunámico, el propuesto TLC entre el Mercosur y la Uu, una idea que se arrastra desde hace 12 años y para la que no se vislumbra un buen futuro, a pesar de los resucitados partidarios del mercado. Es que lo novedoso del caso es que el bloque sudamericano tiene elaborada la propuesta que presentará, teniendo claros los intereses propios, mientras que los 28 de la UE todavía no tienen lista su propuesta. Es que no les interesa “asociarse con pobres”.

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