El juez Ramos Padilla reveló la trama terrorista prohijada por el macrismo. Aparece una sorprendente vinculación con redes de trata y la muerte de Natacha Jaitt. Antes de morir la mediática había hablado de una red de pedofilia que llegaba a Olivos.

AFFAIR D’ALESSIO-STORNELLI y Exposición del juez Ramos Padilla. Comentarios II

Por Juan José Salinas

A diferencia de algún peronista desbocado que se quedó en el ’43, tengo mucho respeto y aprecio por Leopoldo Moreau, quizá porque recuerdo que allá por 1972, cuando los muchachos de la JP de Motserrat íbamos a buscar al reducido grupo de jóvenes radicales (ser radical a comienzos de los ’70 era tan anacrónico como El Chino (Ricardo) Balbín; los radicales era mayoría sólo en facultades con horizontes tan poco elevados con el de los odontólogos) para que uno de ellos fuera a la calle Chile 1481 (si mal no recuerdo) donde estaba la Juventud Peronista (que reconocía la jefatura de Montoneros) a participar de las conferencias de lo que se dio en llamar, en la oposición de la dictablanda (al menos, en comparación que olo que sobrevendría cuatro años después) del general Alejandro Agustín Lanusse. Y ese radical era siempre “El Marcianito” Moreau, un diferente.

Hoy, después de presidir una sesión de la Comisión de Libertad de Expresión histórica, que será estudiada y revisada por las futuras generaciones como un hito, un parteaguas, una bisagra, Moreau dijo cosas de mucha enjundia, por ejemplo:

Que hay dos periodistas que no sólo estaban comprometidos en diseñar campañas oficialistas, sino que también acudian al domicilio de D’Alessio para couchear a políticos oficialistas (a los cuales después desvergonzadamente presentaban como sus fuentes).

Que, como ya dijimos, D’Alessio alardeaba de poder “plantarle” tres kilos de cocaína a una persona a la que se quería meter presa.

Que se hizo una operación de contrainteligencia sobre Natacha Jaitt (foto), para averiguar quien le había encomendado la operación de inteligencia que culminó con su aparición en el programa de Mirtha Legrand secundada por una alta agente de la AFI. Comentario: no hay que ser muy perspicaz para sospechar de la mano de Horacvio Stiuso porque la famosa prostituta -ella lo dijo, no yo- amagaba revelar detalles de una red de pederastas que decía llegaba “hasta Olivos” pero de que lo único que trascendió es que pretendía ensuciar a Carlos Pagni, quien sostiene un viejo enfrentamiento con “Jaime”.

El hecho de que Natacha estuviera siendo “caminada” por la virtual “empresa” ilícita conformada por D’Alessio-Stornelli, seguramente el periodista multipremiado y me jugaría que también el juez, le permitió sospechar a Moreau que hayan sido tamaños emprendedores quienes hayan tenido impulsado su triste final.

(Tambien podría sospecharse de “Jaime”, como cuando sus amigos de la Bonaerense mataron a quien había sido su ladero, “El Lauchón” Viale).

Por fin, Moreau destacó que D’Alessio se jactó de Gonzalo Busa Duvat (el ex gerente de PDVSAque describió una estafa en perjuicio de la petrolera estatal venezolana que el superagente espera que le permitia congelar y quedarse con los fondos de su filial argentina) iba a ser un nuevo Centeno (en referencia al misteriosamente desaparecido suboficial servilleta supuestamente autor de unos cuadernos incinerados que dio inicio a la llamada causa “Cuadernos” de la que Stornelli es fiscal y Claudio Bonadío juez).

Como el testimonio de Brusa Duvat fue a todas luces una fabricación, moreau concluyó que la de los Cuadernos también lo fue.

Hace mucho que los servicios de inteligencia tercerixaron la mayoría (perdón por la repetición) sus servicios. Quizá debe ser por eso que quienes están al frente de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI, ex SIDE) son dos expertos lavadores de dinero negro, Gustavo Arribas y Silvia Majdalani.

Fuente e Imagen: Pájaro Rojo. Link.

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