Rápidamente propios y ajenos señalaron las contradicciones que implica el cambio de discurso. ¿Qué supone en el sistema político?

Por: Carlos Almenara

No es la primera vez que lo hace. Asesorado por el ecuatoriano Jaime Durán Barba, ya al descartar una alianza con Massa, había roto con la lógica de Clarín.

Empiezo por acá porque desde 2008 hasta hoy el clivaje principal de la política argentina fue la disputa Gobierno / Clarín.

Sin embargo, Macri no es claro. Seamos claros nosotros, Macri puede contradecir a Clarín porque es uno de ellos. Macri no sigue los dictados de Magnetto que le indica aliarse con Massa pero no deja de usar la cápsula golpista de Clarín. Macri ahora sostiene que mantendrá la Asignación Universal pero alienta el discurso estigmatizante. Macri se retoba a Magnetto pero sigue usando las insinuaciones y mentiras del grupo para construir su política.

Es fuerte, no obstante, el cambio de discurso. Sus legisladores no votaron ninguna de esas medidas. Ahora Macri las defiende.

La construcción discursiva de Clarín se ancló en la idea de la excepcionalidad. No discutió las medidas. Para Clarín (y para el golpismo argentino, tanto como el antiperonismo redivivo) la cuestión es: “podría ser que fueran buenas medidas, pero incluso así deberían ser impugnadas porque las impulsa el kirchnerismo, todo lo que haga esta gente, debe ser arrasado, es inaceptable”. He dicho en estas páginas y en “El faneróscopo de Eliseo” que esa es la esencia del discurso genocida, supone no reconocer al otro estatus de interlocutor, en el límite, de persona.

Ahora Macri, en búsqueda de votos, asesta un golpe a esa cápsula semiótica. La AUH, YPF, Aerolíneas, no deben ser arrasadas.

No debe minimizarse el hecho. Clarín ya había puesto sus fichas allí. Fue inédito, Magnetto es reacio a tener un candidato, el juego de Magnetto no es tener un candidato, es tenerlos todos. En su ansiedad antikirchnerista jugó a Macri.

La lógica del cambio de discurso de Macri es próxima a la política. La teoría política metaforiza la mayor parte de las campañas electorales como la búsqueda de un “centro” en el que confluyen las propuestas en busca del “segmento ¿de mercado?” que definirá las elecciones.

Clarín no trabaja con esa lógica. La lógica de Clarín es el golpe. La construcción de odio con sus tanques mediáticos, últimamente los juegos palaciegos. La utopía Clarín es un grupo de cacerolos, masivo, persistente, que genere una crisis con renuncia presidencial.

Habrá que ver cómo se reacomoda.

Lamentablemente Macri, a pesar de no obedecer siempre a Magnetto, tampoco le suelta la mano para liberar la política argentina de la mayor sujeción posdictadura. La única posibilidad de creerle el cambio de discurso sería que efectivamente lo haga. Si no, es sólo una simulación más.

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