Por Carlos Almenara

Hacia fines de abril, una entrevista de Alejandro Fantino a Carlos Heller me impresionó. Allí cuenta Heller que cuando era vicepresidente de Boca, Macri le fue a hablar (también a Antonio Alegre entonces presidente) para “correrlos”. Macri, según les dijo, necesitaba Boca para “popularizarse”. Tenía un proyecto político que suponía usar el trampolín de Boca para ser jefe de gobierno o senador.

Ese relato se me hizo presente frente a uno de los hechos que más se discutió en la semana: los incidentes en el partido de Boca y River.

El caso tiene en sí mismo muchas aristas. Me enfocaré en la relación que para mí tienen aquellas declaraciones con estos hechos.

El plan de Macri tiene semejanzas con el derrotero de Berlusconi, antes presidente del Club Milan que premier italiano. Algunos casos como Vitali Klitschko, ex boxeador ucraniano, son evidentes proyectos del Departamento de Estado norteamericano.

Es un plan que se repite para otros candidatos del establishment. Cada uno con sus particularidades Miguel Del Sel en Santa Fe, Héctor Baldassi en Córdoba son dos de las variantes posibles.

No es nuevo pero adquiere en Macri un grado de profesionalidad y éxito como propuesta propia del establishment que merece atención.

No es Menem, un peronista de carrera, buscando a Reutemann o a Scioli para que sean candidatos de su fuerza. No es el radicalismo buscando a Nito Artaza. Tiene novedad y tiene un tipo de articulación que vale estudiar.

Como demuestra el soporte político del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires o los amigos del espacio político que dejó conduciendo Boca, con Angelici (presidente de Boca y empresario de casinos) en ambos casilleros, Macri reordena las viejas estructuras políticas en una nueva fuerza conservadora. En el armado político de la Capital la mayor parte de las redes clientelares con eje en lo que fue el desprestigiado Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires hoy son parte del PRO.

En Boca los acuerdos con los barrabrava forman parte del mismo tipo de construcción política.

Macri no inventó la violencia en el futbol, pero los incidentes del jueves ponen de relieve un tipo de acuerdo que no debería sorprender.

Es una nueva propuesta de la derecha. Estructuras políticas propias y confiables. Con fuerte conducción mediática y armado clientelar con bordes mafiosos.

Mucha plata de por medio, haremos bien en mirar con cuidado esta versión de la propuesta de volver a los noventa, a las relaciones carnales y al recurso de las patotas como mecanismo de ordenamiento social perfectamente funcionales a sus jefaturas.

Mirá la entrevista:

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