¿Qué parte del peronismo no entendimos?

Por: Marcelo Padilla

Si pido, pido mucho. Para migajas me quedo en la calle o leyendo en mi casa. Reconozco que hay tiempos para todo y, más aún en esta coyuntura embarrada. Pero si pido y me ilusiono es por mucho. Para mí el peronismo es mucho, no migajas. No entiendo. Hay en la provincia (supongo que pasa en otras pero hablo por Mendoza) muchas orgas, demasiadas pa mi gusto. En general todas rescatan el proceso de los 12 años vividos como el más peronista después de Perón y Evita. Hasta ahí todo bien. Pero falta generosidad. No solo gestos y actitudes protocolares.

El peronismo no es esto. Es un movimiento integrador policlasista. Y acá cada uno tiene un kiosquito, un ranchito. Pobre, digno, lo que quieran, pero no dejan de ser kiosquitos atendidos por sus dueños. Es como la economía media. Hay crisis y empiezan a echar empleados. Sin indemnizar. Eso no sirve. Quizá sirvió en un momento, al principio. Cuando esto era tierra arrasada. Cuando vino Néstor. Pero hoy que no tenemos nada, esa, no sirve. ¿A quién le van a dar ganas de militar si en cada orga se desconfía de propios y extraños?

Hace rato que lo pienso y lo digo: deberíamos dar un salto cualitativo y tener un solo espacio político. Al menos de un peronismo más rebelde. Que retome la doctrina y se llene de sindicatos, organizaciones comunitarias, empresarios medianos, estudiantes, etc. Eso no se ve. Y no se está dando por mezquindad de los propios dirigentes. Por abajo, los militantes o interesados en esa idea piden a gritos espacios para discutir, y nadie los abre. Desconfianza. A ningún compañero se le debe negar la discusión. A nadie hay que sacarle una radiografía para aprobarlo. Acá no somos nadie. Hemos perdido todo. Y perder todo deber llevarte al menos a revisar tu práctica.
La autocrítica es “pour la galerie», para afuera. Pero no hay claridad. Estamos en una situación de niebla permanente. Esperando no sé qué. El peronismo hoy en Mendoza no existe. Al menos como un movimiento compacto. Por un lado están los azules que tienen sus comarcas, por otro los que perdieron las suyas y, al final, las orgas puras. Todas atomizadas. Nadie propone discutir nada. O se guardan o se actúa por reacción de coyuntura en coyuntura. Así no creo que prospere un peronismo unido. Porque más allá como se ordene la interna por arriba, quedarán las mismas prácticas. La interna por arriba es el error tal vez, debería empezar por abajo un proceso más genuino que deje hablar a los nunca hablaron o no podían hacerlo. Entonces pasa esto. Silencios, desconfianzas, atomizaciones.

Muchos se proponen mostrarse distintos ante la clase media que nos ha dado la espalda. Por las características sociales y culturales de Mendoza. Y se ponen suavecitos. No veo el barro. No veo a los negros de abajo referenciarse en el peronismo. No veo a los obreros. Entonces, no hay peronismo muchachos y muchachas. Hay espacios dispersos y erráticos. Los que gestionan, encima, tienen el problema de atender los problemas de sus comunidades en un panorama complejo. Gobierna Cornejo en Mendoza, y nos guste o no, es un político hábil, de raza. No es un gil. Y a nivel nacional un conglomerado empresarial de la derecha más liberal y rancia. ¿Qué hacemos?

Hay niveles. Cristina sigue siendo la conductora del movimiento nacional y popular. Está por encima del peronismo porque así debe ser. Es peronista pero nunca el peronismo fue exitoso solo con peronistas. La historia está ahí, para revisarla. Pero el tema está en cómo pensar al peronismo hoy. Porque como dice Guillermo Moreno: “con el peronismo solo no alcanza, y sin el peronismo no se puede”. Bueno. El peronismo tiene que instalar una referencia, ser un faro orientador. Sabemos que nunca habrá una sola postura. Hay verdades relativas. Pero esas verdades relativas tienen que justamente ser puestas en discusión y no guardarlas en reuniones privadas.

Abrir, sacar la discusión a la calle. No puede ser que haya compañeros que no se puedan mirar con otros compañeros porque militen en otros espacios. Mientras tanto, la gente, el pueblo, empieza a sufrir las consecuencias inmediatas de las brutales medidas de Macri. Yo creo que hay que poner todo en discusión, sin miedos, sin especular. Acá nos necesitamos todos, provengamos de donde provengamos. Es fácil culpar. Nominar al otro. ¿Y para adentro?

El peronismo debe retomar su vocación frentista, porque es un movimiento. Y hoy, al menos hacia abajo, lo que se está pidiendo es eso. Discusión y unidad, más lucha. Hablo con mucha gente. Y la verdad es que hay una calentura tremenda. ¿Nadie lo sabe? ¿Nadie lo escucha? Es extraño, o no quieren o están demasiado encerrados. Reconozco que estamos en una etapa muy complicada y hay mucha ansiedad. Me hago cargo también de esa ansiedad. Pero si no pensamos al peronismo como un gran árbol nos quedaremos cortándole las flores, los frutos, eligiendo qué nos llevamos de ese árbol. Nos olvidamos de la raíz. Y esa raíz está en la tierra. Pues hay que volver a la tierra. A la raíz del árbol para crecer como movimiento desde ahí y no desde las ramas.

La metáfora del árbol me sirve y la propongo para pensar porque estamos hablando de vida. El peronismo es vida. Está con los más humildes o se deja estar y se pierde, se va por las ramas. Creo que hay que escuchar a todo el mundo. A los peronistas y a los que no lo son pero están dentro del movimiento nacional y popular referenciados en Néstor y Cristina. Tenemos cuadros, tenemos militantes, tenemos historia. La mejor historia y la peor historia. Veamos de cual historia nos agarramos para mirarnos al espejo y salir a la calle a mirarle los ojos a los compañeros.

No somos un partido. El partido es un instrumento, una herramienta. Ser peronista es más que el PJ, pero sin el PJ tampoco se puede hacer peronismo silvestre. Porque más allá de las buenas intenciones y la buena leche de muchos, sin organización, no habrá más que voluntad pura. Y pasa esto. El exceso de voluntad lleva al desgaste. Y se nos caen los compañeros. Nos caemos. ¿Quién contiene al caído sino el peronismo abrazador? El escepticismo. El desánimo. Hacemos 30 marchas y cada vez hay menos dirigentes. O los que se autoproclaman dirigentes. Eso es abandonar a los que quedan. Por eso hay calentura. No cuesta nada. Levantar un teléfono y armar un espacio para poner blanco sobre negro.

Encima, el que lo haga, quedará como un generoso. Pero ni eso se ve. Es una lágrima hirviendo este peronismo mendocino. Mirálo al Pilo, míralo dónde está y dónde se fue. ¿Así quieren terminar? Yo no, muchos tampoco. Bueno. La raíz, la doctrina, y la generosidad. Esto es lo que se me ocurre luego de cuarenta y pico días desde que asumieron los otros. ¿Qué hacemos?

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