(Nuestras cacerolas son las ollas populares, no las de teflón)

Por: José Figueroa

El primer CACEROLAZO en Argentina se remonta al año 1996. Lo convocó el Foro Multisectorial contra el 2do. gobierno de Carlos Menem. Hace 20 años. Fue acompañado por un APAGÓN de 5 minutos.

El descenso del consumo eléctrico fue categórico: Resistencia 80%, Rosario 60%, Córdoba 90%, Mendoza 60%, Buenos Aires (+CABA) 43%, Total País: 30%.

El APAGÓN estaba previsto que durara 5 minutos pero se extendió por 45 minutos. Los vecinos de las principales ciudades del país salieron a las calles, golpeando espontáneamente las cacerolas, concentrándose en plazas o cortando calles, mientras los automovilistas hacían sonar sus bocinas.

La masividad de la protesta social tenía una razón insoslayable: la pasividad, el “colaboracionismo” y la crisis de las organizaciones nacionales de los trabajadores.

El ministro de economía era Roque Fernández. El plan de ajuste anunciaba: reducción del déficit fiscal, aumento de los combustibles, suba de los impuestos, aumento de la edad de jubilación de las mujeres y el alza de aportes previsionales de trabajadores autónomos. Los representantes del FMI ya habían llegado a Buenos Aires para auditar las cuentas públicas.

El segundo CACEROLAZO tuvo su escenario en el denominado “corralito”, dispuesto por el entonces ministro de economía, Domingo Cavallo. La protesta desencadenó el 19 de diciembre de 2001 y causó la renuncia de Cavallo esa misma noche y de De La Rúa al día siguiente. Hace ya 15 años. Hay quienes jamás han participado de acontecimientos como estos, ya sea porque no tenían edad o porque lo vieron por TV apoltronados en un sillón del living.

Las cacerolas sirven para cocinar, y en esos días no había nada que poner en ellas. Por eso sonaban, porque estaban vacías. La historia tristemente nos convoca otra vez: si creés que las plazas son nuestras pensá un poquito y date cuenta que las “cacerolas” también lo son. (No te dejes robar las pocas armas que siempre tuvimos).

Nota al pié

Escribo estas reflexiones, porque hace falta aclarar algunos tantos respecto de las tácticas y las estrategias. En política se habla de táctica y estrategia. No todos manejan esas palabras con un significado preciso, pero forman parte del vocabulario cotidiano de mucha gente. Desde sus orígenes en el lenguaje militar hasta su uso actual en política y negocios, se entiende que la estrategia tiene que ver con los objetivos que se persiguen y la táctica con las acciones específicas para alcanzar los objetivos. Puedo entender a los que se oponen al uso de algunas tácticas por falta de formación política. No puedo entender a los que se oponen por mero prejuicio y desarman y confunden al Pueblo en estas horas cruciales. Vayan estas líneas -escritas sobre el filo de la historia que estamos atravesando-, sin otro fin que aportar a nuestra marcha.

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