Elisabeth Roig
Hebe Irene Roig

Queremos hacer pública la ofensa que significa para nosotras que Jaime Durán Barba mencione a nuestro padre, el filósofo mendocino Arturo Andrés Roig, como “su gran maestro” cuando su ideología contradice explícitamente el pensamiento de Arturo Roig.

Consideramos que la mención a nuestro padre es un oportunismo, un guiño político para congraciarse con los diversos sectores progresistas que valoran el trabajo intelectual de Arturo Roig. Nos ofende e indigna la inapropiada apelación al nombre de nuestro padre. Si hubiera sido “su gran maestro”, seguramente habría aprendido algo de él.

Jaime –como lo llamábamos familiarmente – realizó estudios de posgrado en Mendoza, a donde llegó cuando nuestro padre era Secretario Académico de la Universidad Nacional de Cuyo, durante el rectorado del Ing. Carretero en el año 1973. Jaime trabó amistad con nuestro padre, así como otros ecuatorianos que estudiaron en Mendoza en esa misma época. Todos ellos fueron amigos que luego lo apoyaron, así como también a parte de nuestra familia, durante el exilio político en el Ecuador.

De ese Jaime “de izquierdas” no quedan huellas. El de hoy, que desde hace años es asesor de Mauricio Macri en la Argentina, no guarda relación alguna con aquél otro. Es por esto que, en el año 2011, cuando Jaime Durán Barba, luego de más de treinta años de distanciamiento respecto de quien dice fuera su “gran maestro”, pidió una entrevista en Mendoza con nuestro padre, éste se negó a recibirlo. Tal como nos comentara en su momento, lo hizo porque pensaba que ese acercamiento repentino sólo podía tener como finalidad un uso político.

Los dichos de Durán Barba en el Diario La Nación del día 11 de abril no hacen otra cosa que confirmar la intuición de nuestro padre. Ponen en evidencia una actitud de falta de respeto hacia quien sí mantuvo una línea y una conducta ejemplares a lo largo de toda su vida, clara y comprometida con el cambio social en Nuestra América.

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