“Hay mucha hipocresía y poco interés en la verdad”*

El caso AMIA y el conflicto con los fondos buitre acapararon el mensaje de la Presidenta en la Asamblea General de la ONU. Reveló una gestión de un enviado de Barack Obama en 2010 y reclamó por el ex espía Antonio Stiuso.

Por Victoria Ginzberg

Desde Nueva York

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner reveló en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas uno de los entretelones de la negociación por el Memorándum de Entendimiento por la causa AMIA. Dijo que en 2010 un funcionario de Estados Unidos pidió a la Argentina colaboración para proveer a Irán de combustible nuclear para su reactor. Gary Samore, entonces asesor de Barack Obama, contó en ese momento que su país ya estaba dialogando con Teherán, lo que terminaría en el acuerdo firmado este año. El gobierno argentino le pidió que pusiera la solicitud por escrito, eso no ocurrió y nunca más hubo noticias de Samore ni de ninguna otra persona vinculada con este asunto. Pero la información de que había conversaciones entre Irán y Estados Unidos hizo que la Argentina sintiera que también era posible abrir un canal para destrabar la investigación sobre el atentado a la AMIA. “Uno se pregunta cuál era el motivo de oponerse al acuerdo de cooperación judicial. Hay mucha hipocresía, mucha geopolítica y poco interés por lograr memoria, verdad y justicia para los familiares”, dijo la Presidenta en relación a las críticas recibidas por su gobierno en este tema. En la misma línea, reclamó a los Estados Unidos colaboración para ubicar al ex espía Antonio Stiuso, quien, dijo –sin nombrarlo directamente– está “protegido” en Estados Unidos. “Siempre sostuve que la causa AMIA era un complicado tablero de ajedrez, ahora creo que es una telaraña de intereses externos a mi país en la que quedan atrapados los mas débiles y más chicos.”

Fue su último discurso como presidenta ante las Naciones Unidas. Y hubo dos temas que se llevaron casi todos los 45 minutos que habló: los fondos buitre y las derivaciones de la investigación por el atentado a la AMIA. Pero las dos cosas no quedaron aisladas, porque CFK mencionó la campaña que los holdouts hacen para acusarla de complicidad con el régimen iraní. En relación a los buitres, destacó la votación que se realizó hace tres semanas en la misma Asamblea General de la ONU sobre el marco de regulación para la reestructuración de las deudas externas (ver aparte). Otro hilo que guió la intervención fue la crítica hacia el gobierno norteamericano. No sólo le reclamó colaboración para ubicar a Stiuso, sino que hasta le hizo un tiro por elevación al celebrar el acuerdo entre el gobierno de Colombia y las FARC: “Intentaron terminar este conflicto a bombazo y fusil. Pero los conflictos se solucionan hablando, no a bombazos”.

CFK fue presentada en el recinto como “la excelentísima señora Cristina Fernández, presidenta de la Argentina”. Vestida de blanco, fue conducida al estrado por personal de protocolo y se sentó en una silla crema con respaldo alto por unos minutos. Luego, se ubicó delante del pedazo de mármol verde que aparece como telón de fondo de todos los jefes de Estado que hablan en la Asamblea General (en realidad la pared del hemiciclo es altísima y está pintada de dorado) y comenzó su discurso.

Para introducir el tema AMIA, CFK saludó el acuerdo que Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Reino Unido y Francia hicieron con Irán con el objetivo de detener su desarrollo nuclear. Y luego hizo su revelación. “Nosotros sabíamos de estas negociaciones”, señaló. Así, contó como en 2010 visitó Buenos Aires Samore, que era el principal asesor de Obama en temas nucleares. Narró que le dijo al canciller Héctor Timerman que estaban hablando con Irán para que no siguiera enriqueciendo uranio, pero que el gobierno de ese país (todavía estaba al frente Mahmud Ahmadinejad) necesitaba que la Argentina le diera combustible para un reactor, ya que el país tenía la tecnología y lo había hecho en 1987. Según relató la Presidenta, Timerman transmitió que era difícil, ya que las relaciones con Irán estaban muy dañadas por el atentado a la AMIA. “Le dije al canciller que si la petición se hacía por escrito íbamos a colaborar. Porque el objetivo de la no proliferación nuclear era importante. Creo que fue la última vez que nuestro canciller vio a Gary Samore. Cuando en 2013 la Argentina firmó el memorándum para destrabar la investigación del atentado, porque ese fue el objetivo, castigar a los culpables, parece que se hubieran desatados los demonios. Y cuando ahora el 2 de abril se firma el acuerdo (con Estados Unidos), uno se pregunta cuál era el motivo de oponerse al acuerdo de cooperación judicial. ¿Cuál es el motivo? Lo escuché hoy aquí cuando otro presidente habló de la hipocresía. Hay mucha hipocresía, mucha geopolítica y poco interés por llegar a la memoria, verdad y justicia para los familiares.” La Presidenta recordó que el memorándum fue ratificado por el Congreso y le deseó a Obama que el Parlamento de su país no trabe su acuerdo, “porque es una contribución al proceso a la paz, nosotros somos coherentes”.

El discurso entró luego en terreno judicial. CFK contó que se está llevando a cabo el juicio por el encubrimiento del atentado en el que están acusados, entre otros, el ex presidente Carlos Menem y el ex juez Juan José Galeano y que ella ordenó desplazar a “sectores de la Inteligencia por fuertes sospechas de entorpecer la investigación”. “Algunos venían desde 1972, pasaron por todos los gobiernos, incluido el nuestro y dictaduras. Hoy están radicados en Estados Unidos”.

“Hemos citado hemos al embajador de Estados Unidos para pedir explicaciones de en qué calidad se encuentra este ex servicio en este país”, reveló también CFK. Otro dato que hasta ahora no se sabía.

Oscar Parrilli, titular de la Agencia Federal de Inteligencia, contó luego que en la reunión con Noah Mamet, él y el canciller le pidieron al embajador colaboración pero que las respuestas fueron más bien evasivas. El gobierno, además, envió a través de la embajadora Cecilia Nahón dos cartas al Departamento de Estado con el mismo propósito.

La Presidenta también recordó que los nuevos fiscales de la causa AMIA pidieron a Interpol una alerta azul (de paradero) sobre el espía: “Como (Néstor) Kirchner y yo hemos solicitado colaboración a Irán, ahora también perdimos la colaboración de Estados Unidos”, reclamó.

Luego volvió a los buitres para mencionar que a partir de la investigación sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman aparecieron “datos estremecedores”, como relaciones con servicios secretos externos y con los fondos buitre. “¿Por qué dedico tanto tiempo a este tema? –preguntó retóricamente–. Es mínimo en relación al que dedicaron organizaciones de este país vinculadas a los buitres para difamarnos. Para decir que éramos cómplices de Irán. Si somos cómplices de Irán, ¿qué es el presidente Obama. No se puede seguir con el doble estándar en materia diplomática”, dijo CFK y provocó aplausos. “Mi gobierno –finalizó– va a seguir incansablemente buscando verdad y justicia.”

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El tema de los “servicios”

Servicios*

Por Raúl Kollmann

En su discurso ante la ONU, la Presidenta dejó claramente perfilado que la causa AMIA se convirtió en los últimos años en un terreno de maniobras de servicios de Inteligencia extranjeros. Y que muchos de los protagonistas locales jugaron para intereses geopolíticos que no eran los argentinos.

De manera cruda, marcó que tras la muerte de Alberto Nisman aparecieron con mayor nitidez sus vínculos con los think tanks republicanos y los servicios extranjeros, principalmente de Estados Unidos e Israel. Esos vínculos ya se veían: aparecieron claros en dictámenes del fiscal en los que la acusación –como señaló más de una vez el juez Rodolfo Canicoba Corral– se basaba más en informes de la CIA y de la SIDE que en pruebas judiciales. Se veía también en las humillantes visitas de Nisman a la embajada de Estados Unidos, pidiendo instrucciones y más de una vez pidiendo disculpas. La Presidenta incluyó, como prueba del vínculo, una mención a las cuentas en Nueva York, refiriéndose tácitamente a las cantidades de dinero que movía el fiscal sin que se explique el origen. Retumba todavía el testimonio del ex director ejecutivo de la DAIA, Jorge Elbaum, quien contó que el fiscal ofreció fondos norteamericanos para financiar una campaña contra el Memorándum de Entendimiento con Irán.

En paralelo con ese alineamiento internacional, el coequiper de Nisman, Horacio Jaime Stiuso, fue protagonista –sin nombrarlo– del discurso ante las Naciones Unidas. CFK dejó en claro que fue desplazado porque jugaba también para los servicios extranjeros y que eso es lo que explica su virtual refugio en el exclusivo resort Portofino, en La Florida, Estados Unidos. Pese a las gestiones del canciller Héctor Timerman y de la embajadora Cecilia Nahón, que incluso estuvo personalmente en el Departamento de Estado, Washington se negó a contestar dónde y en calidad de qué –¿refugiado?– está Stiuso residiendo en el país del norte. CFK dejó un halo de autocrítica: “Desplazamos a quienes tenían un papel central en la Inteligencia argentina desde el año 1972, pasando por dictaduras y gobiernos democráticos, incluyendo el nuestro”. Los nuevos fiscales ya libraron una orden de paradero, que se cursa a través de Interpol, pero el ex jefe de Operaciones aparece amparado por los servicios norteamericanos, con los que trabó tanta relación.

La mandataria no se pronunció ayer sobre la muerte de Nisman, pero en la investigación sobrevuela un posible juego de traiciones: está claro que Nisman llamó a Stiuso de forma insistente en sus últimas horas y que éste no le devolvió los llamados. De forma irrisoria argumentó que tenía el celular en modo vibrador. La desesperación de Nisman era porque Stiuso supuestamente le iba a aportar escuchas y otros elementos para sostener su denuncia. El ex jefe de Operaciones le dijo después a la Justicia que ni prometió ni tenía nada para aportar. Hoy en día, la fiscal Viviana Fein le está pidiendo a Yahoo! en Estados Unidos que le entregue copia de los últimos mails que recibió y mandó Nisman: quiere ver si alguien lo presionó o instigó. O si lo que pasó fue que el fiscal se quedó solo con una denuncia que naufragaba por todos lados. Le dijeron que no los jueces que la recibieron, los juristas de mayor renombre y lo defenestró el ex secretario general de Interpol.

CFK habló ayer de hipocresía. Por primera vez contó que Washington se contactó con Timerman en 2010 a raíz de la negociación que ya tenían Estados Unidos e Irán. El dato es impactante: Washington negociaba con Teherán en épocas del duro Mahmud Ahmadinejad, no en el período actual del aperturista Hassan Rohani. Y hasta hubo un pedido de combustible nuclear para una central iraní que la Argentina ayudó a construir en épocas de Raúl Alfonsín. En ese momento, 2010, a la Presidenta le pareció impropio semejante suministro, teniendo en cuenta que Irán aparecía judicialmente como el principal sospechoso de haber participado del atentado contra la AMIA. Aún así, dijo que estaba dispuesta si el pedido se hacía por escrito y si la movida servía para un acuerdo de limitación nuclear. Lo de hipocresía vino a cuento de que había negociación con Ahmadinejad, pero se criticó, como si fuera la mayor traición del mundo, el intento que se hizo mediante el memorándum por el caso AMIA.

El final de esa historia está a la vista: Irán firmó a mitad de año un acuerdo de limitación nuclear con Estados Unidos, China, Rusia, el Reino Unido, Alemania y Francia. Es un Memorándum que el próximo mes tiene que pasar por el congreso norteamericano, es decir por el terreno minado de la derecha republicana y el complejo de la industria bélica de Estados Unidos. Hoy, ese acuerdo se considera un paso adelante en términos de paz y es una respuesta a quienes decían que no se podía ni empezar un diálogo con Teherán.

CFK se despidió de la Asamblea de Naciones Unidas dedicándole nuevamente muchos minutos al atentado contra la AMIA. Todos los que la conocen saben que siempre fue su obsesión, desde la época de legisladora. Impulsó como nadie la crítica a la investigación, firmó un dictamen en contra de su propio bloque, empujó para que se levantara el secreto a los agentes de la SIDE, estuvo detrás del reconocimiento –planteado por los familiares de las víctimas– de que el Estado ni previno ni investigó el atentado, acompañó todo el proceso para juzgar a los responsables de haber desviado la investigación –lo que hoy es el juicio por el encubrimiento–, y le reclamó a Irán en todos los estrados internacionales, año tras año. Con aciertos y seguramente errores, buscó el avance de una causa en la que trataron de imponerse mucho más los intereses geopolíticos que la búsqueda de la verdad.

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