Camilión entró al diario como parte del pacto con Frondizi pero el verdadero hombre fuerte del desarrollismo en Clarín fue Frigerio.

Rogelio Frigerio fue desde principios de los ’60 hasta 1982 el poder en Clarín. Hasta 1969 mediante su influencia sobre Roberto Noble, luego manejando el diario.

De hecho, es Frigerio quien lleva al diario a un jóven contador del MID platense, Héctor Magnetto, para que con sus amigos, José Aranda y Lucio Pagliaro terminaran de ordenar las finanzas del diario luego de una maniobra que intentó llevarlo a la quiebra para enajenarlo.

Frigerio usó Clarín como ariete de la política desarrollista. Apoyó a Perón y criticó ferozmente a José Ber Gelbar, su ministro de economía. Frigerio aspiraba a ese puesto. Igual tesitura adoptó Clarín en la dictadura.

Los vítores al gobierno de facto en sus páginas, los eventos conjuntos entre Ernestina Herrera y el dictador Videla convivían con críticas a Martinez de Hoz que tenían por origen el deseo de Rogelio Frigerio de convertirse en ministro de economía.

Octavio Frigerio, hijo de Rogelio, entró al diario en la sección rural. El destino manifiesto de su apellido lo llevó en unos pocos años a jefe de redacción.

En 1982 la viuda a la que los desarrollistas le resolvieron la herencia y que era la garantía de su control y Héctor Magnetto, su conmilitón platense dieron un golpe de timón que desplazó al desarrollismo del diario. Para hacerlo tenían espalda: habían cerrado un pacto con Leopoldo Galtieri, entonces usurpante de la presidencia, que implicaría el encubrimiento de Clarín a las tropelías de militares corruptos en Malvinas.

Las investigaciones existentes reportan que de Frigerio para abajo, todo el desarrollismo vivió la expulsión como una traición, sobre todo, por parte de Magnetto.

El hoy ministro del interior, Rogelio Frigerio (nieto), reconcilia a los argentinos, pero ya no son los desarrollistas los que hacen entrar gente al diario sino el multimedios monopólico el que llena de funcionarios propios un gobierno de humillación al pueblo.

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