La mayor parte de los discursos políticos sostienen la preferencia de los impuestos progresivos. Repasemos la cuestión.

La teoría suele identificar tres tipos de impuestos:

  • Proporcionales: los contribuyentes de ingresos altos y de ingresos bajos pagan la misma proporción del ingreso
  • Regresivos: los contribuyentes de ingresos altos pagan una proporción menor de su ingreso que los de ingresos bajos
  • Progresivos: los contribuyentes de ingresos altos pagan una proporción mayor de su ingreso que los de ingresos bajos

El supuesto acuerdo en que la mayor recaudación debe obtenerse de impuestos progresivos enfrenta la prueba ácida cada vez que se pone a prueba. Como muestra Ecuador y como se vio en Argentina durante 2008 el poder de las derechas termina con los argumentos racionales.

Es contundente la exposición de motivos del proyecto de Correa. Sostiene entre otras cosas que:

“No cabe duda que las grandes fortunas heredadas fomentan la concentración de los medios de producción en manos de pocas familias adineradas, quienes, en lugar de buscar la superación personal, esperan la repartición de la masa hereditaria para perpetuar su poder económico.

El rendimiento promedio de las mayores fortunas es mayor que el crecimiento promedio de los ingresos. Por esta razón, la acumulación de fortunas a través de las herencias es un mecanismo simple que refuerza la perversa e injusta acumulación del capital.

La desigualdad de la riqueza e ingreso son consecuencia de decisiones políticas. El único período donde se logró disminuir la desigualdad de renta y riqueza a nivel mundial fue producto de fuertes decisiones políticas sobre impuestos directos y progresivos”.

Una cabal descripción del ciclo de acumulación de riquezas, seguramente una de las explicaciones de por qué hemos llegado a niveles de desigualdad inéditos.

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