Por: Carlos Almenara

Uno de los mejores programas que podés encontrar en televisión para entender el mundo es The World Today con Tariq Ali, los domingos a las 21.30 por Telesur.

En el episodio del domingo 30 de agosto Tariq entrevistó a Sinan Antoon, escritor, documentalista y poeta iraquí. La descripción del Bagdad de los años ´70 resulta muy útil para reflexionar sobre el presente. Un régimen fuertemente autoritario en una sociedad que tenía uno de los mejores sistemas educativos del oriente medio, “occidental”, “moderna”, con las comillas que quieras, pero sobre todo profundamente secular, un Estado separado de los poderes teológicos. Mujeres y minorías para quienes los horrores que padecen hoy en esos territorios son inimaginables mirando aquella escena.

La imagen que nos presentan las cadenas de noticias, de una guerra civil, que se produce por fuerzas atávicas que generan destrucción, muerte y estados fallidos y ello permite que aparezca un sentimiento religioso que estaba tapado, simplemente es falsa.

La devoción teocrática del llamado Estado Islámico no es la recuperación de nada del pasado, es algo nuevo. Un invento nuevo. Nunca en el pasado hubo algo así.

Es que el ISIS es una creación perfectamente diabólica. Hasta tienen una bandera negra como si los hubiera asesorado un semiólogo de la CIA para asustar al mundo.

La idea de que hay que “modernizar” Medio Oriente porque si no aparece el fundamentalismo terrorista no tiene corroboración histórica. Al revés, las intervenciones occidentales crearon monstruos cada vez más horrorosos que no existían antes del “aporte” estadounidense. Los talibanes que destruían las reliquias históricas en Afganistán encuentran su correlato en el Estado Islámico que demuele las ruinas de Palmira. Ambos grupos armados por Estados Unidos. No armados en el sentido que les vendieran armas, armados en cuanto los organizaron, reclutaron, “asesoraron” y financiaron. Las armas no se las vendieron, se las regalaron. Los talibanes para que combatan a la Unión Soviética y el ISIS para que combata al gobierno sirio, no casualmente, aliado de Rusia.

La cultura islámica históricamente ha posibilitado espacios de convivencia interreligiosa en épocas en que el cristianismo no lo hacía. Con todas las particularidades de los millares de pueblos que engloba, no tiene antecedentes de atrocidades como las que vemos en talibanes y combatientes del ISIS. Son caricaturas perfectas del horror.

Y son creaciones occidentales. Que el Estado Islámico demuela las ruinas de Palmira demuestra el cuidado y respeto que por miles de años se tuvo en una cultura musulmana por ese patrimonio cultural. Que quienes lo atacan tengan todavía cheques con tinta fresca de las partidas presupuestarias extra que aprobó el Congreso norteamericano muestra el autor intelectual de la masacre.

Por supuesto, cada quien atiende su juego. El mentado involucramiento turco en el combate al ISIS es otra mentira que se refleja en el inmediato robo de territorio a Siria con la excusa de una “franja de seguridad” y el bombardeo a los kurdos, principal freno al ISIS.

Así como los talibanes fueron una creación estadounidense y todavía puede verse en video a Rambo ayudando al “luchador pueblo afgano”, el ISIS también es un producto geopolítico occidental.

El salvaje, el terrorista, el sujeto que produce la paranoia en occidente es una creación que no tiene registro histórico y sí tiene todas las huellas de la participación de las agencias de inteligencia de algunos de los países de la OTAN.

La foto de Aylan Kurdi, el niño sirio de 3 años hallado muerto en una playa turca, produjo conmoción en la sensibilidad mundial. El caso se repite por miles. No es ninguna casualidad, tiene una historia y razones que explican por qué se producen tantísimos casos así.

De Afganistán, Libia y Siria, los países que la OTAN destrozó, parten los emigrantes que encuentran cerradas las puertas de acceso a la salvación.

Es la asesina maniobra de pinzas de un imperialismo que se resiste a desaparecer.

Si algo se le puede pedir a Estados Unidos y a los países de la OTAN es que no “ayuden” más. Bastaría que saquen sus garras de los países avasallados para que las cosas encontraran su curso.

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