Por María Carolina Ferraris*

Quienes nos encontramos inmersos en el quehacer histórico debemos reconocer como aspecto inicial que cuando “pensamos históricamente” no lo hacemos desde una perspectiva absolutamente aséptica, sino que tanto las temáticas seleccionadas, como los interrogantes que ellas nos sugieren y las respuestas posibles o probables que encontramos en nuestra búsqueda, tienen una connotación multifacética dentro de la cual elegimos un punto de arranque. Siguiendo esta línea, el primer interrogante válido que deberíamos plantearnos es aquel que se refiere a la debatida cuestión sobre la objetividad en la Historia; la honestidad en nuestra respuesta deberá remitirnos a la necesidad ineludible de partir con un “estado de la cuestión” que nos permita escudriñar el abanico de posturas, debates y posibilidades abiertos en torno al tema y la especificación precisa desde la que se sitúa el propio autor al elaborar su análisis. Esta es la explicación de Mario Bunge:

“Todas las ciencias históricas tienen la misma meta, a saber, descubrir qué pasó y por qué pasó: buscan la verdad y la explicación, no un mero cuento. Por otra parte, las ciencias históricas investigan el pasado no sólo por curiosidad sino también para entender mejor el presente e influir sobre él, y así contribuir a modelar el futuro, con el supuesto obvio de que el hoy es hijo del ayer y el mañana es hijo del hoy. […] A veces esta tesis se denomina “historicismo”.

“Los historiadores estudian el cambio social. Esto es, toda clase de acontecimientos y procesos sociales en sistemas sociales de todos los tamaños, desde la familia hasta la nación, así como todo tipo de actividades sociales, desde la agricultura hasta la comunicación. […] Sin embargo, la mayoría de los historiadores se especializan en algún tipo de sistema social (por ejemplo, la nación), actividad (por ejemplo, el comercio) o período.”[i] (Bunge, 1999: 281)

Partimos del paradigma de la historia macro-analítica comparativa, centrada en el estudio estructural y dinámico de los condicionamientos y resultados de conductas grupales preferentemente. Así, se deja de lado la ‘comprensión’ de las intenciones de actores individuales y los pequeños recortes temporales, más relacionados con el historicismo tradicional.

La interpretación y presentación de la interrelación entre ideas políticas, procesos colectivos y actos individuales parte de una concepción multicausalista y probabilista, que niega la postulación de esquemas rígidos, que asignen a priori un peso excesivo a determinados factores o motivaciones. Este criterio es explicado por Acham[ii]:

“La historia de la historiografía y de las ciencias sociales ha sido hasta hoy una historia de la sobrevaloración –a veces muy fructífera- de la importancia de un determinado factor en la explicación de la acción social (…) Pero en el sistema categorial del científico social deben siempre tener cabida los más variados factores posibles de la actividad histórica concreta del hombre, si bien se debe aceptar, que siempre bajo condiciones conocidas o de efectos regulares, pasan más nítidamente al primer plano de interés una vez estos y otra vez aquellos factores. (…) Una postulación absoluta de uno de estos factores naturalmente no es lícita.” (Buchrucker, 1987: 15)

Desde ese punto de partida, nuestra concepción teórica hace necesaria la explicitación de los conceptos y postulados básicos desde los cuales abordamos las problemáticas, como también la necesidad de desechar determinismos, en la búsqueda de construcciones más eclécticas que suelen reflejar mejor los procesos fácticos estudiados.

Los condicionamientos sobre el accionar de grupos sociales se relacionan con las presiones y oportunidades que se presentan en determinadas coyunturas, el bagaje estructural preexistente, así como la confrontación de los mismos con las tensiones fundamentales a nivel nacional e internacional. En este sentido, una historia conectiva y comparativa, permite elaborar tipos, tendencias y regularidades. Sobre estas bases se bosquejan explicaciones y se reconoce la licitud de la prospectiva conjetural, que tan útil puede resultar para análisis de tipo politológico. Expresado en palabras de Linz y Stepan[iii], esto significa:

“Creemos que las características estructurales de las sociedades –sus conflictos manifiestos y latentes- constituyen una serie de oportunidades y presiones para los actores sociales y políticos (…) esos actores tienen determinadas posibilidades de elección que pueden aumentar o disminuir la probabilidad de persistencia y estabilidad de un régimen (…) Nuestro modelo será por lo tanto probabilista y no determinista.” (Buchrucker, 1987: 16)

Siguiendo esa línea conceptual, trabajamos con los recursos disponibles, proporcionados por las fuentes, la historiografía científica y la ensayística (en el caso de ésta última teniendo en cuenta sólo aquellos que constituyen un aporte).

Nuestro intento por acercar una aproximación ontológica y metodológica para un abordaje sistémico de la historia, cristaliza en un panorama de los procesos, así como de los alcances e implicancias de la modernidad, con énfasis especial en la etapa comúnmente denominada contemporaneidad. Deseamos dejar sentado igualmente, que el análisis de las problemáticas de las etapas, así como las respuestas posibles a los cuestionamientos que ellas suscitan, siguen siendo objeto de debates y nuevas proposiciones por parte de historiadores, politólogos, filósofos, sociólogos, en fin, de todos aquellos cientistas sociales apasionados por su estudio.

Referencias
[i] Bunge, M. 1999. Las ciencias sociales en discusión. Buenos Aires, Sudamericana.
[ii] Acham (1979), Historicidad y generalización sobre el rol de lo histórico en las ciencias teoréticas de la Sociedad, en Buchrucker, C. (1987). Nacionalismo y Peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-1955). Buenos Aires: Sudamericana.
[iii] Linz y Stepan (1978), The Breakdown of Democratic Regimes, en Buchrucker (1987: 16).

 

*La autora es Profesora Titular en Cátedra Historia Contemporánea, FFyL, UNCuyo, Argentina
Cátedra Libre «Derechos Humanos, Nación y Racismo» FFyL, UNCuyo, Argentina, 
Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo, Argentina

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