La campaña de los medios públicos “Ceder la palabra” es la apropiación de esos medios como una herramienta del macrismo, es hacerlos ocupar el rol que les destinan en el relato que nos proponen.

Por: Carlos Almenara

La comunicación va siempre en línea con los hechos, aunque a veces sea problemática la determinación del tipo de nexo, los procesos sociales no van en el sentido inverso a su comunicación.

Macri llegó al gobierno esgrimiendo como propuesta de campaña la censura del programa 678. Es raro. Sólo posible por el sustrato que abonaron pacientemente el grupo Clarín y sus socios.

En función de gobierno, no fue sólo 678, fue el intento de clausura de C5N, las presiones sobre esa misma señal para levantar el programa de Roberto Navarro, fue el despido de Víctor Hugo, entre los casos más visibles. Alegan, Macri y los suyos, que ellos no tienen nada que ver con los medios privados. Un cinismo impresionante. Presionan a los medios privados para que despidan a Víctor Hugo, por ejemplo, y luego se hacen los distraídos.

Macri miente, lo hace de una manera descomunal, en proporciones probablemente desconocidas. Miente en la metacomunicación. La palabra no tiene ninguna importancia.

Ahora es el marketing farandulero el que cuenta. No vale la discusión de las políticas, lo importante es la amistosa “reunión de gabinete”, la cordial conferencia de prensa, la foto con Antonia, hasta las vacaciones (frecuentes) de Macri, el millonario, que de eso también está llena la vida de los hogares humildes mediante los programas del corazón.

La campaña de los medios públicos “Ceder la palabra” es más de eso. Es la apropiación de los medios públicos como una herramienta del macrismo, es hacerlos ocupar el rol que quieren en el relato que nos proponen.

Ellos no vienen a “bajar línea” porque quieren que parezca que no la tienen. Quieren que parezca que su esencia es el pluralismo. Pero no. Sí tienen una línea con larga tradición en Argentina, es el sistema que gobernó del ‘76 al ‘83, del ’90 al 2003 por dar sólo referencias cercanas. No sólo es una línea de rancio conservadorismo sino, además, la indisposición a discutir.

El cinismo impera también en “Ceder la palabra”. Lo que hay que exigir al PRO es que defienda su posición, no que postule un falso ecumenismo. Es decir que defiendan por qué arreglan con los buitres, por qué dejan de reclamar Malvinas, por qué transfieren cientos de miles de millones a los sectores más ricos del país. Como no lo dicen ni lo dirán, como no hay “razones” que permitan defender esas decisiones, simulan que “ceden la palabra” y justo la van a ceder a los que dicen lo que ellos quieren que digan según su guión… Claro, viniendo de todos lados, ellos quieren presentar que se abre un nuevo tiempo con “todas las voces”, un tiempo en que aún quienes los critican tienen voz y… podemos hablar entre los argentinos. Les sirve meter voces kirchneristas.

Esta campaña infame es un jalón más en la línea de las cosas que hace este gobierno.

Igual, en principio, no habría que desaprovechar ningún micrófono, no para legitimar las políticas de secuestro de la discusión política que enarbola el macrismo sino para impugnar un gobierno radicalmente ilegítimo e ilegal, que reprime, que encarcela opositores, que entrega las Malvinas y el país y que secuestra la política y la cultura ante el altar del marketing y el espectáculo.

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