A las operaciones mediáticas sobre Casanello se suma la corroboración de que Clarín y otros dispositivos oficialistas hacen inteligencia sobre él. El domingo, Julio Blanck, una de las plumas estrella de Magnetto, da cuenta de supuestos llamados telefónicos del juez. El blindaje mediático a Macri impide ver la magnitud de lo que implica que el juez que investiga el lavado de dinero del presidente sea espiado abiertamente. Macri, Clarín y algunos jueces conforman un dispositivo de inteligencia interna ilegal que sólo puede referenciarse con la dictadura.

La nota en que Clarín revela que Casanello es espiado (y ellos tienen los datos):

La conexión secreta Cristina-Casanello

Julio Blanck

El juez federal Sebastián Casanello y la jefa de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, comparten algo más que haber sido recibidos por el papa Francisco en audiencia privada y a solas, durante una hora cada uno, con apenas una semana de diferencia. Los dos frecuentarían además el contacto con ex funcionarios kirchneristas que operarían en comunicación directa con Cristina, transmitiendo mensajes y sugerencias que ella envía desde su cauteloso retiro en Santa Cruz.

Casanello llegó el jueves a Roma para participar de una cumbre contra la trata de personas y el crimen organizado, que se realiza bajo el auspicio del Papa. Integra la delegación argentina que encabeza el titular de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti. A diferencia de sus compañeros de viaje, Casanello no participó del cóctel de bienvenida que ofreció Rogelio Pfirter, nuestro embajador ante el Vaticano, sino que fue directo del aeropuerto Leonardo da Vinci a la residencia de Santa Marta, junto a la basílica de San Pedro, donde vive el Papa.

Si la reunión de Francisco con Casanello abre interrogantes sobre la posible influencia en el ánimo y las decisiones del juez que tiene en sus manos la investigación sobre Lázaro Báez, socio y testaferro de los Kirchner, la visita de Bonafini, una semana atrás, no tuvo otra trascendencia que la política.

Fuentes con acceso al círculo cercano de Cristina aseguran que después del revuelo que provocó la visita de Bonafini al Papa, ella le mandó decir a través de Oscar Parrilli que se mantuviera en silencio y no hiciese más declaraciones. La jefa de las Madres cumplió la indicación.

En Roma, después de aquella audiencia, Bonafini fue a fondo contra el gobierno de Mauricio Macri, defendió a rajatabla la gestión de Cristina y dijo que Francisco estaba triste porque el país le hacía acordar a 1955, cuando la Revolución Libertadora derrocó a Juan Domingo Perón. Esas expresiones provocaron inmediatas desmentidas y relativizaciones por parte de la Iglesia argentina y de visitantes inmediatos del Papa.

Esta historia, curiosamente, enlaza a Parrilli con quien fuera su segundo en la Agencia Federal de Inteligencia, Juan Martín Mena, quien se ocupó de comandar la operación sobre los tribunales durante el último año de mandato de Cristina. Mena llegó a la AFI desde el Ministerio de Justicia, pero su misión básica fue la misma.

Según fuentes de los tribunales, Mena mantuvo contacto permanente con el juez Casanello durante todo el año pasado. Habría constancias sobre esa comunicación permanente. El vínculo se habría mantenido en los últimos meses, ya con Mena fuera del gobierno.

El juez había trepado al cargo auxiliado por su cercanía con La Cámpora, a través del ex secretario de Justicia Julián Alvarez, que era su referente político y judicial más firme, y con Eduardo De Pedro, ex secretario general de la Presidencia. Con ellos nunca habría interrumpido el contacto. Tampoco con varios fiscales y secretarios enrolados en la agrupación kirchnerista Justicia Legítima.

Casanello, que durante casi tres años mantuvo en letargo las denuncias contra Lázaro Báez y sus negocios con la familia Kirchner, cambió de ritmo junto con el cambio de gobierno. Y sobre todo con la difusión del video que mostraba a un hijo y al contador de Báez contando millones de euros y dólares en la financiera La Rosadita. Esa filmación puso patas arriba toda la estrategia defensiva de la ex presidenta.

Casanello entonces detuvo a Báez en abril. Lo procesó y embargó. También detuvo a su contador Daniel Pérez Gadín y al abogado Jorge Chueco. Por esos días también declaró el arrepentido Leonardo Fariña, involucrando de lleno a Cristina y a Báez en los negocios derivados del sobreprecio en las obras públicas.

Se movió la causa hasta entonces dormida. Pero la defensa de Báez, y la de sus hijos Martín y Leandro, sospechan que toda esa agitación puede terminar apuntando sólo hacia Lázaro, estableciendo un cordón de seguridad judicial alrededor de Cristina. Por eso quieren sacar del medio a Casanello. Quizás jueguen a fondo mañana, lunes, cuando Lázaro sea recibido en audiencia a puertas cerradas por la Cámara Federal.

También es notorio que al menos un sector del Gobierno está interesado en que Casanello sea removido de este caso y opera en consecuencia. Así, desentrañar la supuesta conexión secreta entre Cristina y el juez puede ser clave para el futuro de la investigación y para el destino judicial de los involucrados.

El portal Infobae había publicado un anticipo del escrito que presentaría la defensa de Leandro Báez, pidiendo corroborar la existencia de llamados telefónicos hechos desde y hacia el teléfono celular del juez Casanello, cuando el magistrado se encontraba en la zona de la residencia de Olivos. Habrían sido en agosto y noviembre del año pasado. Cristina era presidenta. La otra punta de esas comunicaciones con el celular de Casanello fueron los teléfonos de Rolando Falke, un abogado que integra el Jurado de Enjuiciamiento de magistrados; y de María Laura Roteta, una fiscal cercana a la procuradora Alejandra Gils Carbó.

Fuentes vinculadas a estas investigaciones agregaron a Clarín que las llamadas fueron registradas en la antena de telefonía celular ubicada en la calle Manuel de Uribelarrea 481, de Olivos, a 250 metros de la quinta presidencial. Una tercera comunicación con el celular de Casanello habría sido detectada allí en el mes de octubre.

Lo más relevante, según datos de última hora, es que el mismo 6 de agosto de 2015, cuando se comunicaron los celulares de Casanello y el abogado Falke, se habría registrado una llamada al celular de Lázaro Báez en esa misma celda telefónica, identificada como GKN 053.

De ser así, se reforzaría la hipótesis de que Casanello y Lázaro, juez e investigado, habrían coincidido en la zona de la quinta de Olivos donde vivía Cristina. Igual conviene no dejarse llevar por la ansiedad: todo esta sujeto a comprobación judicial.

Días atrás el juez Casanello desmintió en un comunicado oficial haber cobrado dinero de Lázaro Báez para dilatar la investigación. Y afirmó que “nunca, bajo ninguna circunstancia” se reunió con Cristina Fernández de Kirchner.

Un tema interesante a dilucidar es si Casanello pudo haber estado aquellas veces en la mansión del camarista federal Eduardo Freiler, que es su mentor en los tribunales y fue uno de los que votó para desplazar al juez Claudio Bonadio de la causa Hotesur, donde se investigan los negocios hoteleros de la familia Kirchner y su relación comercial con Lázaro Báez.

A mediados de 2014 Freiler, camarista próspero, compró una casa de dos plantas, de más de 1.200 metros cuadrados, frente a la entrada a la quinta presidencial por la calle Villate. Por cierto, al momento de las llamadas del celular de Casanello detectadas en Olivos, la casa de Freiler estaba en obras de remodelación y nadie vivía todavía allí, como informó a fines de agosto de 2015 el diario La Nación.

La cuestión es que Casanello, en medio de tanta controversia, tuvo su hora a solas con el Papa. “El apoyo es extraordinario”, dijo después de hablar con el Pontífice.

Su inclusión en la lista de jueces que viajaron a Roma se debió a la gestión de Gustavo Vera, legislador porteño muy allegado al Papa. Amigos de Francisco que también conocen a Vera dicen que Casanello “es el preferido” de este dirigente, comprometido con la lucha contra la trata de personas y ahora además en el caso de la fiesta trágica en Costa Salguero, donde murieron cinco jóvenes.

Casanello es el juez de este caso y se muestra muy activo. Ya procesó a los organizadores de la fiesta y a cinco inspectores municipales.

El mismo juez también lleva con mucha actividad la causa Panamá Papers sobre cuentas y empresas en paraísos fiscales, en la que está involucrado el presidente Mauricio Macri. Antes de viajar a Roma, Casanello decidió ampliar la investigación sobre el Presidente, pidiendo información sobre ocho sociedades radicadas en cinco países, en las que Macri pudo haber tenido participación.

El caso Panamá Papers se destapó a partir de revelaciones de una investigación periodística internacional. La denuncia original contra Macri y posteriores pedidos de ampliación fueron hechos por el diputado Darío Martínez, kirchnerista de Neuquén, quien también formaría parte del circuito abastecedor de datos y directivas integrado por Parrilli, Mena, De Pedro y Julián Alvarez.

En su última presentación, el diputado Martínez pidió que el juez cite a declarar al Presidente y a todos sus familiares. Casanello deberá contestar este pedido cuando regrese de Roma.

En la delegación de jueces que fue recibida por el Papa están, entre otros, Ariel Lijo y María Servini de Cubría. Lijo había estado con Francisco el 6 de mayo de 2014. “Si la prudencia se convierte en inacción es cobardía”, le dijo el Pontífice. Menos de dos meses después, el 27 de junio de ese año, Lijo procesó al entonces vicepresidente Amado Boudou por el caso Ciccone.

En tanto, Servini de Cubría es mencionada en Comodoro Py como eventual encargada de tomar el caso Lázaro Báez y la llamada “ruta del dinero K”, si finalmente Casanello es apartado de la causa.

Según fuentes con acceso a la delegación judicial que viajó a Roma, el Papa le dijo a Casanello: “No le tengas miedo a las presiones de ningún tipo. Ni a los medios ni a los políticos. Avanzá con prudencia, pero avanzá”.

Los caminos del Señor son insondables.

Fuente: Clarín. Link. Foto: Clarín.

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