El macrismo extorsiona abiertamente, con sus diarios militantes, como La Nación, a los gobernadores para que voten sus proyectos. No es nuevo que un gobierno nacional presione gobernadores díscolos, sí lo es la desfachatez de apretarlos por los diarios, de reírse en público de la Constitución y los argentinos.

El Gobierno replantea su vínculo con las provincias por el traspié de la reforma

Mantendrá la relación institucional y el giro de recursos, pero adoptará un criterio más político en la relación de cara a las elecciones con las que incumplieron acuerdos

Mariano Obarrio

El duro fracaso de la reforma política en el Senado golpeo fuerte al gobierno de Mauricio Macri . El Presidente no cambiará la relación institucional con los gobernadores del Frente para la Victoria (FpV), pero la Casa Rosada prepara un replanteo y una pelea política y electoral contra los mandatarios que vetaron los cambios que incluían la Boleta Unica Electrónica (BUE).

«No cambiará por esto la relación con los gobernadores. Las obras se harán porque son necesarias para la gente. Macri privilegia el federalismo sin la chequera y el látigo como hacía el kirchnerismo», dijo a LA NACION un allegado al ministro del Interior, Rogelio Frigerio .

Sin embargo, otras fuentes de la Casa Rosada aseguran que, sin alterar la relación institucional, el vínculo político podría replantearse: Macri preparará una pelea electoral en favor de la BUE y los gobernadores que hicieron caer el proyecto podrían perder el trato amistoso con el que los pretendió seducir desde su asunción en diciembre.

El «buenísmo políticamente correcto» comenzó a cambiar, aunque con el estilo sutil de Cambiemos: el jefe del Gabinete, Marcos Peña, y otros voceros comenzaron a asociar a esos caudillos del FpV con la ex presidenta Cristina Kirchner, con quien Macri busca polarizar en las elecciones legislativas de 2017. «La única que ha dicho públicamente que no quiere que se cambie el sistema electoral es Cristina Kirchner. Y su hijo Máximo Kirchner», les asestó ayer Peña a Radio Continental.

Macri quiere vincular a esos detractores de la BUE a la mala imagen de la ex presidenta en las encuestas. Peña los puso en la mira. El primero es Gildo Insfrán, de Formosa. Varios de sus pares recibieron su llamado de teléfono para que no asistieran hace dos semanas a Olivos a sacarse la foto con el Presidente con la que apoyaron la reforma. Fue el que más la boicoteó.

Pero hay más blancos. Los mandatarios de La Pampa, Carlos Verna, y de Catamarca, Lucía Corpacci, le juraron a Frigerio el mismo jueves último el apoyo a la BUE y luego en el Senado militaron en contra. Hay sensación de traición. Y la santacruceña Alicia Kirchner era la más previsible: responde a su cuñada Cristina Kirchner. Nada nuevo.

El bloqueo a la reforma electoral y la BUE se convertirá en un tema de campaña para Cambiemos con el propósito de golpear y desgastar a los que «prefirieron votar con la boleta de papel». Y en lo posible hacerles pagar costos en sus territorios.

Pero siempre manteniendo las formas. Las obras y el giro de recursos continuará según las pautas institucionales. Y Macri los seguirá considerando a todos como «socios en la lucha contra la pobreza, el narco y la unidad de los argentinos».

La pelea será en la arena política y electoral. El Presidente los necesita: debe aprobar la ley de Presupuesto 2017 en el Congreso, entre otras leyes clave y comenzó a discutir en reuniones reservadas y con tiempo una nueva ley de coparticipación.

La estrategia de exposición no alcanzará a los siete gobernadores del FpV que apoyaron la reforma: Juan Urtubey, de Salta; Gustavo Bordet, de Entre Ríos; Roxana Bertone, de Tierra del Fuego; Sergio Uñac, de San Juan; Hugo Passalacqua, de Misiones; Domingo Peppo, de Chaco, y Sergio Casas, de La Rioja.

Para Macri, Juan Manzur, de Tucumán, es un enigma. Sus diputados votaron a favor de la BUE hace un mes. Pero él nunca se pronunció. Ni fue a Olivos a aquella foto con Macri ni al Senado el jueves.

Los funcionarios macristas tucumanos José Cano y Domingo Amaya lo denunciaron junto a su jefe político, José Alperovich, por boicotear la reforma. Le pesan las denuncias de fraude en 2015.

No habría el mismo trato para todos más allá de lo institucional. Si fuera gratis no cumplir acuerdos, Macri perdería aliados en poco tiempo. «Les vamos a ganar en sus provincias con la boleta de papel», dijo un funcionario a LA NACION. Y así insistirán en la necesidad de la BUE para 2019. Larguísimo plazo.

Otra consecuencia: podrían desdoblarse las elecciones provinciales de 2017 en aquellos distritos que voten con la BUE: Salta, Ciudad de Buenos Aires, y posiblemente Tierra del Fuego, Neuquén o Entre Ríos.

Hay más. Caída la reforma, el secretario de Asuntos Políticos, Adrián Pérez, dijo a LA NACION que seguirá siendo el ministerio del Interior el que controle el escrutinio provisorio y no la Cámara Nacional Electoral, como decía el proyecto.

La Casa Rosada presume que el peronismo se lanzó de lleno a la campaña electoral y se prepara para esa pelea. «El proyecto de la BUE a la larga va a salir porque lo demanda la gente. Y nosotros le vamos a poner énfasis. Vamos a insistir en todas las provincias, hasta que se aplique en 2019», agregaron.

Fuente: La Nación. Link.

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