Desde un 50% en la soja a más de 150% en trigo es la ganancia extraordinaria que reciben las grandes cerealeras. El beneficio no implica más producción porque ya se sembró y porque no hay más tierra cultivable. Se premió a los grandes especuladores. Tu salario, más chiquito.

EL IMPACTO DE LA DEVALUACION Y LA QUITA DE RETENCIONES A LA EXPORTACION. EL DESIGUAL REPARTO ENTRE CEREALERAS Y PRODUCTORES

Embarcados en un negocio seguro

La inusual acumulación de transferencia, de una megadevaluación más la quita de retenciones a la exportación, no tendría el impacto esperado en la producción. Una medida que favorecerá principalmente a quienes especularon con la retención de granos.

Por Raúl Dellatorre

La eliminación de las retenciones a las exportaciones agrícola ganaderas fue presentada, tanto en el discurso oficial como en los considerandos del decreto que le dio forma, como una “acción de gobierno” que provocaría “un aumento inmediato de la producción”, al “eliminar las trabas y restricciones que hoy limitan la capacidad del sector” (decreto 133/2015). Sin embargo, diversos análisis dan cuenta de que la desaparición de las retenciones, al mismo tiempo que se ejecutaba una devaluación que podría elevar la cotización del dólar en un 40 por ciento al momento de la liquidación, no sólo no provocará el efecto deseado en la producción por el momento de la campaña elegido, sino que además su principal impacto económico se dará sobre el stock guardado por grandes firmas exportadoras y los consorcios productores más concentrados. “El pequeño productor ya vendió, porque no tiene espalda financiera para soportar tanto tiempo, y ahora el exportador venderá ese mismo grano al doble en pesos, es decir con una ganancia del ciento por ciento”, afirman dirigentes de los productores más chicos. En las economías regionales el resultado no sería mucho más alentador, pese a que la eliminación de las retenciones era un reclamo hace largo rato planteado.

El doble impacto de la devaluación más la quita de retenciones tendrá un impacto inmediato, ya acordado con el gobierno con el actor principal de los agronegocios: las exportadoras cerealeras se comprometieron a liquidar, en las próximas semanas, a razón de 350 a 400 millones de dólares de ventas al exterior por día. Es decir que el primer beneficiario directo de las medidas de esta semana serán los dueños del grano que permanecía almacenado a la espera de su valorización. No hay mucha distancia entre las apreciaciones de distintos actores privados (dirigentes de la producción y consultores) o ex funcionarios: más de la mitad de ese grano está en manos de las propias compañías exportadoras, aunque sí existen diferencias en la apreciación de cuál sería el volumen en cuestión. El ejercicio práctico sobre qué tasa de beneficio extra obtendría el exportador en cada producto, por impacto de la quita de retenciones y devaluación, sería el siguiente:

– Por la soja, tomando la cotización del dólar al 30 de noviembre (9,70 pesos), suponiendo que las compras del grano las hubiera hecho con esa paridad, liquidando sus ventas en las próximas semanas a un dólar de 14 pesos y con cinco puntos menos de retenciones, estaría obteniendo una ganancia de 49,9 por ciento.

– Por el maíz y el trigo, el exportador no sólo le descontaba al productor la incidencia de las retenciones, sino también un “factor de riesgo” de no poder exportar, ya que regían los ROE (Registro de Operaciones de Exportación), sin los cuales no se obtenía el permiso de vender al exterior. En el maíz, el descuento rondaba el 20 por ciento, en el trigo llegó a descontarse el 50 por ciento (sobre el valor neto ya descontada la retención). Esto es, de un dólar a 9,70 pesos, por el maíz podía llegar a obtener 6,47 pesos, y por el trigo (tomando un descuento de “riesgo” del 30 por ciento), un dólar de aproximadamente 5,50 pesos. Al liquidarlo en un mercado cambiario unificado que cotice a 14 pesos, el exportador obtendría una ganancia del 116 por ciento en el maíz y más del 150 por ciento en el trigo, sólo por haberlo retenido y esperar la devaluación y quita de retenciones.

– Por el girasol, con la quita de retención del 32 por ciento, la diferencia que se obtiene no es inferior al 90 por ciento.

Si ésa es la situación con más de la mitad de los granos que se estima retenidos por no más de siete firmas exportadoras, se calcula que del resto una muy alta proporción (más del 90 por ciento, en algunos cultivos como el trigo se calcula que la totalidad) quedó en poder de las explotaciones agropecuarias más concentradas y grandes productores: no más de 1500 unidades de negocio en total. Es decir, el productor pequeño o mediano, en su amplia mayoría, se verá poco o nada beneficiado de este salto en la rentabilidad aplicado al stock en silobolsas o las torres de almacenaje.

“Se da el caso de muchos productores que todavía tienen el grano en silobolsas de su propio campo, pero las grandes exportadoras, por sí mismas o a través de las acopiadoras, ya se lo compraron y son las dueñas del grano que retirarán cuando decidan liquidarlo”, relatan dirigentes de Federación Agraria. “El pequeño productor viene de dos años muy malos, quedó muy endeudado, ninguno tiene la espalda financiera suficiente para darse el lujo de quedarse sin cobrar hasta la próxima cosecha esperando que el precio suba”, comentó otro dirigente regional respecto del mismo fenómeno.

Otro de los argumentos con el cual se justificó la necesidad o conveniencia de hacer coincidir la quita de las retenciones con la devaluación fue que, fiscalmente, no tendría un costo excesivo ya que “la merma en la recaudación se verá compensada por el crecimiento en el pago de impuestos por el aumento inmediato de la producción”. Varios expertos consultados, que pidieron reserva de su nombre, coincidieron en que no hay un solo cálculo o estimación en el sector que corrobore “un efecto elasticidad” tal. Es decir, que el impacto del beneficio vaya a tener un correlato inmediato en el aumento de la producción, con un resultado fiscal neto positivo o neutro. “Además, ¿vos sabés cómo se liquida el Impuesto a las Ganancias en el sector?”, preguntó con una sonrisa uno de los especialistas al ser consultado. Como toda pregunta retórica, no esperaba respuesta.

Desde la dirigencia de Federación Agraria hacen referencia al mismo tema con un sentido práctico. “Esta debe ser la primera vez que se anuncia un beneficio para el sector agropecuario con efecto retroactivo, en vez de hacerlo para adelante. Yo terminé de sembrar la soja hace una semana, es decir que no voy a sembrar más por el cambio de precio. Quizás algo de segunda (cosecha), pero marginal. En cambio, los que se quedaron con el stock de la cosecha anterior son los grandes beneficiarios de estas medidas”.

Nota

APENAS CIEN GRANDES FIRMAS CONCENTRAN CASI EL 75 POR CIENTO DEL TOTAL DE LAS EXPORTACIONES

Muy pocos se llevaron todo

Grandes exportadoras, especuladores con silobolsas y acumuladores de dólares en cantidad son los ganadores de la eliminación de las retenciones y de la fuerte devaluación, las dos medidas económicas de la primera semana del gobierno de Mauricio Macri.

Por Alfredo Zaiat

Los dueños de los dólares comerciales, grandes firmas multinacionales y locales, son los principales e inmediatos beneficiarios de la megadevaluación de Macri que su ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, anunció con alegría. El selecto grupo de privilegiados de una desproporcionada suba de la paridad cambiaria está integrado por Cargill, Bunge Argentina, Aceitera General Deheza, Louis Dreyfuss, Nidera, ACA cooperativas, Molinos, Noble Argentina, Vicentin, Volkswagen, Pan American Energy, Siderca (Techint), Aluar, entre las principales. La alteración brusca del tipo de cambio impactando en forma negativa en millones de trabajadores y jubilados por la pérdida del poder adquisitivo favorece a una pequeñísima liga de grandes empresas. Apenas 100 concentran el 75 por ciento del total de las exportaciones. En ese ranking, de las 25 principales, doce se dedican a granos, oleaginosas y sus derivados; seis son automotrices; dos venden al exterior petróleo y gas; dos son mineras; otro par, siderurgia y aluminio; y una, alimentos. De ese lote, ocho están vinculadas con bienes industriales de mediano-bajo contenido tecnológico: seis firmas fabrican autos; una, tubos de acero y otra, aluminio. Son los grandes ganadores de la megadevaluación de Macri. También participan de ese festín quienes han acumulado dólares en cantidad durante años y productores agropecuarios que especularon guardando granos en silobolsa.

La impactante transferencia de ingresos de grupos de ingresos fijos (trabajadores y jubilados) hacia un sector minoritario de la economía la concretó el gobierno de Macri con dos medidas entre el 14 y 17 de diciembre de 2015, fechas que se incorporarán en la historia económica argentina en el capítulo de los eventos más relevantes de brusca concentración de la riqueza:

  1. 1. Eliminación de retenciones al complejo agropecuario –y disminución de 5 puntos porcentuales a la soja–, a las economías regionales y a la industria.
  2. 2. La megadevaluación que elevó el tipo de cambio por ahora en 40 por ciento.

Es necesario precisar el perfil de la estructura de las exportaciones y plantear los desafíos para su modificación si la meta es diseñar una política económica menos dependiente de los pocos dueños de los dólares comerciales. No es el objetivo del gobierno de Macri. Por el contrario, la megadevaluación consolida ese poder concentrado, además de regresar a un ciclo de endeudamiento para conseguir dólares, cuyo primer paso muestra que será desbordante por una suma de 15.000 a 25.000 millones de dólares en pocas semanas, según adelantó Prat-Gay.

Una fortísima devaluación para cerrar la brecha cambiaria o iniciar un nuevo ciclo de endeudamiento sólo atacará los síntomas del desequilibrio de las cuentas externas sin abordar sus factores básicos. La devaluación y el endeudamiento son atajos que no enfrentan la cuestión estructural de la escasez relativa de divisas y sólo brinda ganancias extraordinarias a grupos concentrados y a sectores dolarizados, además de provocar inestabilidad social por el shock inflacionario y el consiguiente deterioro del poder adquisitivo. La experiencia histórica revela que ni con devaluación, endeudamiento externo o la fantasía de la “confianza” empresaria a un gobierno por ser amigable con el mercado financiero se ha podido neutralizar la dolarización de los excedentes financieros. Es probable que esas vías ortodoxas (eliminación de retenciones, devaluación, liberación del mercado de cambio y alza de la tasa de interés) provoquen alivio en sectores económicos concentrados, e incluso un estado de satisfacción inmediato de grupos sociales acostumbrados a la dolarización de su riqueza financiera. Pero no logrará superar la cíclica escasez relativa de dólares que deriva en inestabilidad cambiaria.

Quiénes son

Saber quiénes son las principales firmas exportadores revela la importante capacidad de influencia que tienen sobre el mercado cambiario. Como se mencionó, 100 grandes empresas reúnen casi el 75 por ciento del total de las exportaciones, según información de los registros de la Aduana. Esta extraordinaria concentración queda más expuesta cuando se observa que 50 empresas reúnen el 64 por ciento, y apenas 25 más de la mitad de los dólares comerciales. Estas cifras reflejan que muy pocas manos definen el flujo de divisas en la economía, y en una periférica como la argentina que estructuralmente tiene una escasez relativa de dólares implica que poseen entonces un inmenso poder de condicionamiento en la orientación de la política económica.

Los jugadores más relevantes en el mercado cambiario son las exportadores agrarias: Cargill, Bunge, Louis Dreyfus Commodities (LDC), Aceitera General Deheza, Archer Daniels Midland (ADM), Vicentin, Noble Argentina, Alfred Toepfer, Molinos, Nidera, Oleaginosa Moreno y Asociación de Cooperativas Argentinas. Estas doce empresas integrantes del lote de las primeras veinticinco compañías exportadoras de Argentina, concentran el 30 por ciento del total de los dólares comerciales. Tal nivel de control del mercado permite entender porque las exportadoras de cereales son las protagonistas principales de las presiones cambiarias. Esa capacidad la ejercen con el poder que les da ser los dueños de los dólares. No es una conspiración los movimientos financieras de esas firmas, sino simplemente una disputa de poder para dirimir cómo se distribuye la riqueza. Uno de los espacios económicos donde se despliega esa pelea es el mercado cambiario y en ese terreno esas empresas son banca.

El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y ahora el de Mauricio Macri han tenido que negociar con esas grandes firmas exportadoras para que vendan dólares. En un contexto de escasez relativa de divisas, el adelanto de liquidación para diciembre y el primer trimestre del año es el momento de mayor tensión en ese marco de negociación desigual. Ahora han prometido 400 millones de dólares diarios durante tres semanas. El aporte no es menor si se tiene en cuenta que las cámaras del complejo agrario exportador (Cámara de Industrias Aceiteras y el Centro de Exportadores de Cereales) informaron que en lo que va del año la venta de divisas ascendió a casi 18.000 millones de dólares. El monto involucrado en el pacto con Prat-Gay y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, equivale a un tercio del total vendido en casi todo el año. Este acuerdo es la manifestación más contundente del poder de los dueños de los dólares y de su capacidad de perturbación de la estabilidad cambiaria.

Doble o nada

No hay antecedente en la historia economía argentina de aplicar una muy fuerte suba del tipo de cambio al mismo tiempo que se eliminan las retenciones a las exportaciones. Hasta Adalbert Krieger Vasena, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, en 1967, estableció Derechos de Exportación al agro luego de su gran devaluación, además de impulsar la apertura a las importaciones y la liberación del mercado de cambios. El gobierno de Macri fue más lejos. Aplicó una fortísima suba del tipo de cambio y modificó en forma drástica el régimen de retenciones. Esto último implica una transferencia de unos 60 mil millones de pesos anuales al núcleo agropecuario (estimación del Estudio Bein), si vende todo lo acopiado y si el dólar continúa su marcha ascendente por encima de los 14 pesos durante el año próximo. La producción agraria no sólo mejorará sustancialmente su rentabilidad por dejar de pagar las retenciones sino que recibirá además casi un 50 por ciento más de pesos por los dólares de la exportación.

El complejo agroexportador recibió del gobierno de Macri lo que ninguno en la historia le otorgó: una fortísima devaluación y sin retenciones. La apuesta fue a doble o nada. Y se llevaron todo.

La especulación por retención de la cosecha tuvo como resultado un incremento fabuloso del valor en pesos de ese activo. La utilidad fue extraordinaria por la eliminación de retenciones más megadevaluación. Raúl Dellatorre calculó en la edición del jueves pasado de Página/12 (y hoy amplía en páginas 4 y 5) que la ganancia en el valor del dólar efectivo que cobrarían los exportadores será entre el 52 por ciento (para la soja) y el 93 por ciento (girasol). No hay muchas inversiones especulativas con semejante rentabilidad en dólares obtenida con la estrategia financiera de retención de cosecha en silobolsa.

Ajuste de cuentas

De acuerdo a la información declarada por los propios productores, acopiadores y exportadores a la AFIP, la cantidad de granos sin vender equivale a unos 11.400 millones de dólares. En soja existen unos 6000 millones de dólares, en trigo unos 2000 millones y en maíz 3400 millones.

La retención de divisas por parte del complejo agrario exportador fue clave en las tensiones cambiarias de los últimos años, cuyo desenlace fue la fortísima devaluación de Macri.

Las mayores ventas al exterior que se registrará en los próximos meses corresponden al acopio de estos años. Será el resultado de la especulación saturando silobolsas. La megadevaluación no mejorará la competitividad de las exportaciones, sino que incrementará la rentabilidad de productores, acopiadores y exportadores. Surge de la evidencia empírica, y no sólo la de la economía argentina, que el comercio exterior no adquiere más dinamismo con una alteración brusca del tipo de cambio. El aumento de las exportaciones responde más a las condiciones de la demanda internacional por el ritmo de crecimiento del comercio y de la economía mundial que al nivel del tipo de cambio.

La devaluación con alegría de Alfonso Prat-Gay, disfrazada con un publicitado “fin del cepo”, no aumentará las exportaciones industriales que son poco sensibles a las variaciones del tipo de cambio real puesto que están más vinculadas a la evolución de la demanda mundial. Sólo pueden aumentar las exportaciones del complejo agropecuario disminuyendo el abastecimiento interno. Las consecuencias de esa estrategia regresiva en términos sociales serán una desproporcionada alza de precios en alimentos de la canasta básica del hogar, abriendo las puertas a una reacción de la población hoy difícil de prever.

Por otra parte, dada la dependencia de la economía argentina de equipo y bienes de capital importados, la fortísima devaluación no implicará necesariamente una disminución de las compras, sino que el mayor costo será trasladado a precios internos. Es un esquema regresivo que sólo funciona con un consumo interno deprimido y un fuerte incremento del desempleo para contener las demandas salariales.

El impacto negativo en la distribución del ingreso será entonces por la caída del salario real. Así queda al descubierto el objetivo central de la eliminación de las retenciones y fortísima devaluación, que no apunta a incrementar la competitividad externa de la económica, que sólo puede darse con un intenso proceso inversor, sino a concretar un ajuste de cuentas con el sector asalariado.

Nota

Fuente: Página 12

 

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