Por: Héctor Castagnolo*

En todo el país han circulado decenas de diarios con el titular que encabeza esta nota. Esos titulares con tamaño de letras estilo catástrofe, son tan imponentes como ajenos a la verdad.

Y digo que se falta a la verdad porque el debate ideológico de todas las partes en pugna por la presidencia, ya se ha dado con fuerza inusitada durante estos últimos años y en especial durante estos últimos meses, más aún durante el transcurso de un 2015 con un calendario de comicios como las PASO, las elecciones municipales y gubernamentales, y finalmente, las presidenciales octubre.

Los candidatos han confrontado sus ideas una y otra vez aunque no lo hayan hecho en tiempo real y bajo los formatos que los medios de comunicación pretenden imponerle a la democracia. Ellos han expresado sus propuestas en conferencias, actos políticos o entrevistas, desplegándolas con una modalidad muchísimo más pausada, metódica y detallada que la ofrecida por el formato televisivo de anoche.

Por eso, los titulares de los diarios y la TV que gustan titular que el domingo aconteció “El primer debate presidencial de la historia” faltan parcialmente a la verdad, ya que deberían haber enunciado:

«AYER SE REALIZÓ EL PRIMER DEBATE PRESIDENCIAL DE LA HISTORIA BAJO EL FORMATO DE PANELISTAS, AL ESTILO DEL PROGRAMA «INTRATABLES» »

De acuerdo con lo grandilocuente de estos titulares, flotaría en el aire la sensación de que deberían estremecerse de agradecimiento las bases de la Revolución Francesa y los cimientos de la Casa Rosada, sólo porque unos candidatos fueron un domingo a La Televisión para intentar explicar algo tan complejo y profundo como lo es el modelo de país que proponen, dentro de una cancha marcada por las lapidarias reglas del mercado que sólo le conceden unos miserables minutos para explayarse, ya que una hora después las empresas que sostienen con vida a La Televisión necesitan imperiosamente vender lavandina.

Es una obviedad el hecho de que los medios privados de comunicación necesitan del lucro para sobrevivir. Por eso la TV privada no constituye el lugar ideal para desarrollar con seriedad y profundidad lo que subyace detrás de las expresiones de deseos plasmadas en las consignas que los candidatos proponen.

Y eso es así porque La Televisión privada necesita imperiosamente apurar los tiempos de pantalla. Y en ese acto ahorca las palabras y los conceptos que están obligados a circular frenéticamente al interior de los contenidos, para así oxigenar las tandas publicitarias de ventas de pañales y sopas instantáneas.

Sucede que aunque parezca que la tanda publicitaria fuera un anexo que está en función de los contenidos, todo es un espejismo donde en realidad la secuencia se nos presenta en una relación inversa.

Todo esto que he expresado hasta aquí, sin dudas atenta contra la idea de que el lugar específico en donde debería tener lugar un evento democrático tan importante, tenga que ser “esa” televisión con “ese” formato de debate.

Por otra parte, no hay que perder de vista que la política no es un puñado de slogans bonitos que expresan buenos deseos o utopías transmitidas con gestualidad convincente, como sucede durante este tipo de formatos-show sin espesor conceptual. La política es –antes que nada-  la ciencia de lograr lo posible a partir de una serie de recursos limitados que distintos sectores en pugna -que poseen intereses contrapuestos- se disputan al interior de una sociedad.

Es por esa razón que para que todos podamos saber «qué» piensa hacer un candidato, «cómo», «para qué», «para quienes» y «a costa de quiénes” desearía hacerlo, los tiempos que ayer ofreció La Televisión privada son casi una broma de mal gusto para la tan mentada “responsabilidad social” que estos medios deben profesarle a la ciudadanía.

Y por eso anoche no presenciamos un debate político: solo fuimos espectadores de un concurso de slogans gramaticalmente estéticos que cada sector en pugna arroja a la audiencia en un número no mayor de cuatro o cinco, como para no marearla. Algo peligrosamente parecido a las estrategias publicitarias para vender champú o un nuevo smartphone.

Pero los medios, autorreferenciales como siempre, gustan colocarse en el centro de la escena con esos titulares pretenciosos y grandilocuentes que se arrogan estar “haciendo historia” como si ellos fueran los medulares catalizadores de la Democracia.

Nada más lejano a la realidad: si algo debe hacer la Democracia para sobrevivir a su caricaturización, es escapar a la invisible pero poderosa lógica de Mercado de los medios privados de comunicación para así lograr ser más real, más profunda y más democrática.

Y debe hacer esto porque el sector privado de la comunicación posee una lógica muy clara de “medios-fines”: ofrecer contenidos con la finalidad de vender la mayor cantidad posible de segundos de publicidad. Es por esta razón que bajo esta lógica, se fagocitan, se abollan, se contorsionan, retuercen y mutilan lo máximo posible el tiempo, el espacio, y las cadenas semánticas que fluyen al interior de los contenidos que se ofrecen, todo ello en función del objetivo final perseguido: el afán de lucro.

Suspendiendo momentáneamente los juicios de valor acerca de esta lógica, la pregunta central que se impone es:

¿Debe la Democracia someterse a este juego televisivo que le impone límites brutales y que al mismo tiempo se arroga ser medular, indispensable e histórico para el juego democrático?

Estoy seguro de que muchos diremos que no. Porque ese mundo televisivo termina sentenciando a muerte a las condiciones de posibilidad de cualquier tipo de análisis serio que permita debatir en profundidad nuestro futuro como sociedad en todos los niveles políticos, económicos y sociales que lo ameriten.

Lo de anoche no fue un debate histórico ni mucho menos: fue un espectáculo pintoresco que deja expuesta la superficialidad y la banalidad a la que se ha llegado en el tratamiento de las ideas que realmente merecen otros tiempos y otros espacios, ya que ellas definen la vida y la muerte de las personas que vivimos en el Siglo XXl.

*El autor es sociólogo y profesor universitario.

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