La propaganda goebbeliana del régimen terrorista impidió el contacto de Macri con gente. 2.500 policías aislaron al presidente. Imposibilitaron las filmaciones independientes y distribuyeron panfletos fílmicos ilustrados con imágenes prediseñadas. El discurso, como siempre, una actuación que engaña en cada uno de sus puntos. Algún día se reconocerá a estos farsantes lo sistemático de su método para no decir una sola verdad, aun por razones estadísticas alguna aseveración cierta debería haber, pero ellos consiguen eludirla.

El discurso de Macri nuevamente apela a evocaciones sensibles, incompatibles con la realidad, guionadas escrupulosamente. El saqueador ratifica su rumbo. Retoma el personaje Juan Domingo Perdón de Capusotto para impostar una falsa autocrítica. Demuestra la impostura ratificando el rumbo.

Pero, quizás, lo más insólito de todo sea que se presente como “feminista” un tipo que administró (¿administra?) burdeles, fue socio de tratantes y tiene de ministro a un violador.

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