Los festejos vendimiales en Mendoza dejaron muchas cuestiones para analizar. La reina, el guión de la fiesta, la puesta en escena, la música, Romeo Santos, carrusel y vía blanca… todas actividades que fueron ampliamente comentadas por los medios y también por los vecinos de a pie.

Discurso de Vendimia

Se ha incorporado desde hace años una serie de eventos en los que “la industria” expone sus diagnósticos y reclamos. Sentados los funcionarios escuchan. Luego tienen ocasión de exponer cómo darán respuesta a lo que les ha sido demandado.

Los que seguramente tienen más trascendencia son el desayuno organizado por COVIAR y el agasajo de Bodegas de Argentina.

Distintos, con diferencias institucionales y simbólicas, este año en ambos se escuchó una fuerte crítica a la gestión de gobierno. El discurso de Hilda Wilhelm, de COVIAR, intentó, más que otros, una remisión a datos o hechos, con los que se puede discrepar en todo o en parte pero absolutamente razonables en el marco de reclamos sectoriales.

El discurso de Juan Canay de Bodegas de Argentina se redujo a la vieja ortodoxia neoliberal: que el Estado no intervenga. Un discurso político apolillado aunque Macri y Massa lo quieran aggiornar, una receta que a la economía mendocina la condena a la concentración y el languidecimiento.

El gobernador no fue al agasajo de Bodegas de Argentina. Independientemente de los motivos puede saludarse como una valiente decisión porque está muy bien que los dirigentes políticos no se rindan frente a las demandas de las corporaciones. Este tipo de reuniones fungen como metáfora del Coliseo romano, aquél en que el emperador decidía la suerte del gladiador levantando o bajando el pulgar.

Los asistentes al “agasajo” no son la voz del pueblo. Son expresión de un sector económico y no de todo el sector.

La respuesta del Ministro Casamiquela a los reclamos escuchados durante la mañana en COVIAR fue muy justa. Hay problemas, pero los problemas no impactan a todos por igual. Hay quienes aprovechan para concentrar el negocio.

Lo cierto es que se ha tomado por la voz del sector la voz de la parte más poderosa del sector.

Lo que culturalmente se fue instalando en el imaginario colectivo, lo que forma parte de los guiones de la fiesta: la cultura del trabajo, el esfuerzo, el sacrificio del obrero rural, de su familia, del agricultor familiar; esa épica que está presente en la fiesta y en las actividades culturales, ésa, esta totalmente ausente de “los reclamos del sector”.

Y no es casual. Como dijo el Ministro no están todos afectados por igual. Cuando se deja que la voz del sector sea monopolizada por los grandes grupos los problemas estructurales se ocultan, los modos en que los oligopolios aprovechan las asimetrías de poder para negociar con los productores desaparecen de la vista.

Los trabajadores de viña, de las bodegas, los minifundistas, los pequeños elaboradores, los pequeños cooperativistas, entre muchos, constituyen grandes ausentes a esta enunciación. Su irrupción sólo puede darse cuando se cuestiona la injusta concentración sectorial.

Sería una pena, una réplica más del discurso alienado, que estos sectores se hagan presentes repitiendo el discurso de la concentración.
Carlos Almenara

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