El plan de las derechas en América Latina para erosionar los gobiernos populares no puede derivar en otra cosa que una degradación del comportamiento democrático de parte de sus fuerzas políticas.

Quieren que no se note, pero el domingo en Tucumán el Frente para la Victoria obtuvo un triunfo contundente por más de 14 puntos frente a toda la oposición unificada. Tucumán es el sexto distrito electoral del país.

Con todas las letras, Carlos Zannini dice que la oposición en Tucumán mandó a quemar urnas.

La acusación parece corroborada por los detenidos, que son candidatos en listas opositoras a Manzur.

¿Cuál es la lógica?

La lógica mediática, del mismo modo que cada una de las denuncias de Lanata son refutadas en sede judicial, apuestan a que generando disturbios enlodarán el resultado electoral.

Sería un infantilismo pensar que el ataque al veredicto de las urnas tucumanas responde a casos puntuales o problemas de pago chico, es una constante que recorre los países con gobiernos populares. Sectores económicos concentrados conducidos por la media hegemónica y apoyo externo orientan estrategias diversas pero que tipológicamente se conocen con el concepto de Gene Sharp de “golpe blando”.

Recuerda el periodista Roberto Navarro el parecido de la mecánica de denuncia sistemática de fraude que impulsa Durán Barba, asesor de Macri, con lo que le hicieron a Dilma Rousseff en Brasil.

El mecanismo con el que el grupo Clarín construye los espectáculos de sonido y colores elegantes llamados cacerolazos está largamente estudiado por lo menos desde 2009. Lee más

Incluso antes, mecanismos similares se utilizaron contra Salvador Allende en Chile.

Ahora hay novedades en aquellos modos porque han subido un escalón hacia la acción directa.

A partir de fines de 2013 con las sublevaciones de varias policías del país y más profundamente luego del descabezamiento de la Secretaría de Inteligencia que implicó la salida del ahora famoso Stiuso, el grupo Clarín comenzó a hilvanar sus estrategias comunicacionales con “incidentes”. Ya no tenía que inventar todo, había una operación sobre la que se montaban.

Ahora, algunos miembros del conglomerado opositor generan los disturbios en una escuela de Tucumán, el resto corre por cuenta de Clarín.

Los radicales que se suman a esto entroncan con la peor historia de ese partido. Sanz no les ha ahorrado ninguna indignidad a sus militantes. Los privó por primera vez en su historia de tener un hombre propio en la fórmula presidencial y ahora parece condenarlos a resucitar los “comandos civiles”, una reedición de un golpismo inaceptable para cualquier bien nacido.

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