Richard Ermili, co-presidente de APDH San Rafael y referente de Solidaridad + Igualdad realiza un profundo llamamiento a la dirigencia política mendocina para poner fin a la violencia institucional.

En Mendoza puede pasar cualquier cosa sin que a nadie se le mueva un pelo

Por Richard Ermili

En la provincia de Mendoza el valor político «libertad» está absolutamente devaluado. Desde las detenciones masivas de jóvenes pobres y morenos por «portación de rostro», (con traslado a comisarías para averiguar cómo se llaman) hasta el cambalache de un miembro del poder judicial que ofrece la liberación de un joven detenido por putear, a cambio del desalojo de asamblea estudiantil, en Mendoza puede pasar cualquier cosa sin que a nadie se le mueva un pelo. Al contrario, algunos dirigentes hasta se ufanan de las decenas de miles de detenciones realizadas sin que mediara delito alguno. Para ellos eso es sinónimo «seguridad», sin importar que esas detenciones impregnadas de prejuicios y racismo son la mismísima inseguridad de ese pibe con visera. Desde esa mentalidad hedionda, los malos de la película, los quilomberos y violentos, eran esos estudiantes que con cánticos y carteles exigían que el rector de un instituto de formación docente derogara la resolución ilegal que establecía el arancelamiento del ingreso. El juez que detuvo de un manotazo a un alumno que en el fragor del reclamo pacífico y democrático, ese juez, para esa gente, es el pacificador, el que vino a poner orden. Para esa clase media de mierda, la oferta del juez De Diego a otro dirigente presente en la protesta «desalojame el colegio y lo libero», es el sumun de la sabiduría y exponente del equilibrio necesario para las circunstancias. Que los pibes estuvieran pidiendo que se cumpla con lo que disponía la Ley -la gratuidad de la educación- para ellos no cuenta, porque el reclamo es malo en sí; es subversión.

La sacrosanta autoridad por la autoridad misma; el silencio de colegios desalojados, la exaltación de los miles de detenidos «por si acaso», expresa la decadencia política de quienes desprecian la protesta justa, la igualdad y la justicia.

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