El proceso político iniciado a nivel nacional en 2003 con la clara jefatura de Néstor, primero, y Cristina Kirchner después, ha sido definido de muchas maneras.

Algunas caracterizaciones destacan por lo terminantes, afirman con certeza quién está dentro, quién está fuera, esto sigue así o sigue asá, para concluir con la explicitación o insinuación que los jefes locales son los fulanos o los menganos. Sin embargo tanto Néstor como Cristina han sido especialmente cuidadosos y humildes; cuando otros usaban fotos con ellos para erigirse en dirigentes egoístas y caprichosos, Néstor y Cristina siempre pusieron por delante al pueblo, concebido en la continuidad de los procesos emancipatorios nacionales y de reparación social.

Se trata de una legitimidad construida con el empoderamiento popular en una lectura del devenir histórico.

No son pocos los dilemas que cruzan el colectivo que se forjó al calor de las políticas impulsadas por Néstor y Cristina.

La lectura que propongo no es la única posible, ni probablemente la más difundida. Es una, pensable, tan válida como otras y tan sujeta a crítica como otras.

Hice en 2011 una crítica al idealismo (platonismo) epistemológico en un artículo titulado “Platón contra los excluidos”*. Allí sostenía la necesidad de “construir una izquierda política sobre la base del realismo epistemológico, sobre la base de la siempre turbia realidad sensible, sobre los pueblos concretos o en concreción, sobre los hechos y el acontecer de las sociedades.

La Asignación Universal por Hijo, el plan PROGRESAR, el plan ProCreAr, la recuperación de las AFJP, la movilidad jubilatoria, las moratorias previsionales, los presupuestos para ciencia y técnica, el mayor porcentaje del producto destinado a educación, la negativa a acatar el fallo fraudulento del juez buitre, la recuperación de YPF y Aerolíneas Argentinas, la reconquista de la soberanía en política internacional, la reconquista de la soberanía de la política en desmedro de las corporaciones, la militancia por la Patria Grande, son algunas de las políticas, de las acciones concretas, que, tomadas individualmente cualquiera de ellas, señalan a estos gobiernos como transformadores, reparadores, equiparadores, emancipadores.

El dispositivo político que dio sustento a este programa tuvo su eje principal en el peronismo, pero convocó mucho más que el peronismo. Movimientos sociales, socialistas, independientes, militantes de izquierdas diversas, liberales, radicales, confluimos. No siempre fue sencillo, la prioridad fue de los hechos, el candidato siempre fue el proyecto con sendos conductores que nunca se creyeron más que la causa.

El Partido Justicialista encontró una lógica de construcción que lo reconcilió con las mayorías populares y que, en las jurisdicciones, mientras mantuvo sintonía con Néstor y con Cristina fue exitosa. Constituyó además el pilar desde el que se formuló el Frente para la Victoria.

Pero ese Frente para la Victoria representó un proyecto, un conjunto de políticas, de hechos, un tiempo y una lectura de la historia y una decisión de fraternidad con otros procesos en el continente.

La diversidad de identidades no sólo fortaleció el andamiaje político sino que situó al conjunto en la genealogía de sus políticas.

La naturaleza frentista no es una concesión graciosa de nadie sino el imperio de los hechos, es la asunción de que se representa el proyecto.

Algunos dilemas se despejan cuando nos percatamos que el mejor camino de futuro no es con un “peronómetro” en la mano, sino en la interpelación directa a un pueblo que se concreta en la apelación a la gesta emancipadora, de los hechos, del kirchnerismo, un pueblo que reconoció en Néstor Kirchner y Cristina Fernández dos líderes que, siendo ellos peronistas, fueron capaces de convocar a una nueva unidad nacional. Desde ya que el Partido Justicialista está llamado a jugar un rol sustancial, pero, ni lo puede hacer de cualquier modo sino mediante éste proyecto, ni le hacemos un favor a nadie replegándonos sobre una sola de las identidades.

Hay quienes afirman que una imagen dice más que mil palabras. En la foto vemos al socialista Oscar Gonzalez haciendo la V de la victoria y al peronista Mariano Recalde cerrando el puño al modo identitario de las izquierdas. En buena medida de eso habla este texto.

* Platón contra los excluidos en Almenara, Carlos; El faneróscopo de Eliseo, la máquina semiótica del grupo Clarín; Mendoza, 2014.

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