Por: Miguel Longo

Con Bolivia adentro, el Mercosur se proyecta a toda la región.

Uno de los hechos importantes que se produjeron en la reciente Cumbre del Mercosur -la número 42 en los 24 años de vida del bloque, celebrada en Brasilia- fue la decisión de incorporar al Estado Plurinacional de Bolivia como miembro pleno, a la par de los otros cinco: Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela.

Algo lógico, si se tiene en cuenta que un 72% de las fronteras de Bolivia limitan con países del Mercosur. Alrededor de 1,2 millones de bolivianos – equivalente al 10% de sus 11 millones de habitantes-, por otra parte, habitan en países del bloque, casi la mitad de ellos en la Argentina. Y en el ámbito de las relaciones económicas, los miembros del Mercosur acaparan el 55% de las exportaciones bolivianas, en particular el gas natural que consumen Brasil y la Argentina.

Y no son pocos los que proyectan la posibilidad de que esta nueva pertenencia del país gobernado por Evo Morales puede significar en el futuro una puerta abierta para su salida directa al Océano Atlántico a través de la hidrovía mercosuriana conformada por los ríos Paraguay y Paraná.

La concreción de la membresía plena, sin embargo, no será inmediata. En primer lugar, porque para ello se requiere -según la normativa comunitaria- que los Congresos de los otros miembros plenos aprueben el Protocolo de adhesión. Ya lo han hecho los legisladores de la Argentina, Uruguay y Venezuela. Faltan Brasil y Paraguay, y obviamente se descuenta la de la Asamblea Plurinacional boliviana.

Los Congresos de Paraguay y Brasil tienen malos antecedentes en la materia, ya que Brasil se resistió largo tiempo a darle el OK a Venezuela, y para que éste se pudiera concretar sólo fue posible cuando Paraguay estuvo suspendido del bloque en aplicación de la “Cláusula Democrática” por la destitución irregular del presidente Fernando Lugo en 2012. Pero claro, Bolivia con Evo no es lo mismo que Venezuela con Chávez, para los representantes de partidos conservadores latinoamericanos.

Esta circunstancia dilatoria no es la única. Una vez superada con éxito la instancia legislativa, todavía queda -según los Estatutos mercosurianos- un largo proceso de adecuación del nuevo integrante a toda la normativa comercial, arancelaria y económica del bloque que, según lo especifica el mismo Protocolo suscrito en Brasilia, se desarrollará en un plazo de cuatro años.

Luces y sombras

Las expectativa positiva del Gobierno ha sido cuestionada por el privado Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), la principal entidad de asesoramiento a los exportadores del país.

Una preocupación del sector es que cuando avance la Unión Aduanera del bloque Bolivia subirá sus aranceles para terceros, lo que hará que el país dependa sobre todo de la producción de Argentina y Brasil.

Para la entidad, el proceso de armonización de las normas de Bolivia con las del Mercosur implicaría una renuncia a su soberanía para tomar decisiones económicas.

La Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (Caneb), en cambio, sostiene que la incorporación de Bolivia como miembro pleno del Mercado Común del Sur persigue tres objetivos principales: el régimen de origen, la protección de la industria y la doble pertenencia, al bloque del sur y a la Comunidad Andina (CAN).

El sector ha seguido el proceso de adhesión del país al bloque económico y ha participado en el mismo en coordinación con la Cancillería y espera ver pronto resultados concretos de estas acciones para hacer “un mejor uso” de las oportunidades que brinda el Mercosur.

Para la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), la adhesión de Bolivia al Mercosur es vista “con buenos ojos” por las oportunidades que ofrece el bloque, aunque señaló también que significa un riesgo por las limitaciones que hay.

“Dentro de todo, creemos que la incorporación de Bolivia al bloque puede ser beneficiosa para el país y esperemos que en los próximos días nosotros podamos participar con el Gobierno en una planificación estratégica para analizar las puertas que se nos abren, así como los puntos débiles y cómo nos apoyará el Ejecutivo”, expresó oficialmente la entidad.

La parte y el todo

Desde la óptica regional, el ingreso de Bolivia tiene efectos significativos. Por de pronto, si se echa una mirada al mapa de América del Sur, se verá que al haber incorporado al norteño Venezuela y, ahora, al “corazón” del continente, el Mercosur ha dejado de ser un producto del Cono Sur rioplatense y brasileño para llegar a ocupar alrededor de las tres cuartas partes del territorio sudamericano con casi 300 millones de personas. No se trata sólo de una cuestión de tamaño: lo importante es su significado en el campo de recursos tan cruciales para el futuro como el agua, los hidrocarburos y el litio.

Y eso no es todo. Si se tiene en cuenta que está en trámite la solicitud de Ecuador para convertirse en miembro pleno y que desde hace años ya son miembros asociados Chile, Perú y Colombia y que, precisamente en Brasilia, Guyana y Surinam solicitaron formalmente ser países asociados, habrá que concluir que ya el Mercosur abarca, seis con membresía plena y otros seis como asociados, y se identifica con los 12 Estados que conforman la América del Sur y, por ende, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). Lo cual le da una proyección mucho más allá de lo meramente comercial, arancelario o económico. Los Estados asociados participan, con voz pero sin voto, en actividades y reuniones del bloque y cuentan con preferencias comerciales con los Estados Partes

Una realidad que desmiente de manera contundente la opiniones (o quizás los deseos) de quienes hasta han llegado a sostener que el Mercosur se encuentra “en proceso de extinción”.

Desde el punto de vista exclusivamente comercial, los números son más que significativos. Entre 1993 y 2013 el comercio entre los socios del Mercosur se expandió 454,8%, a una tasa promedio anual de 8,9%. El máximo nivel del comercio intrazona se registró en 2013, cuando alcanzó 107.934 millones de dólares.  Aunque, ha decrecido en alrededor del 10% entre 2014 y 2015 debido fundamentalmente a los problemas económicos de Brasil. Ello plantea en el corto plazo desafíos inéditos a la imaginación y la destreza políticas de todos sus miembros.

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