Con la conocida técnica de Magnetto, Clarín quiere quedarse con la ex SIDE. Aprieta, desgasta, opera con sus políticos del palo. Ahora usa nuevamente a Stiuso pero seguro tienen un nombre propio en la gatera.

Es imposible menocabar el peligro para los derechos civiles, para las libertades individuales, para la intimidad de las personas, para la vida misma, que supone que el grupo que persiguió a Graiver y le arrebató Papel Prensa por acuerdo con los dictadores de entonces decida las políticas para la Agencia Federal de Inteligencia.

En un delicado equilibrio, el grupo brinda blindaje a Macri y opera contra sus funcionarios en la AFI. Siempre que Clarín hizo algo por el estilo tenía el recambio.

Lo hizo durante la dictadura. Llenaban de loas a Videla, Ernestina entrega con él la copa del festejo del primer aniversario del Mundial ’78, perseguían opositores (como ahora). Eso sí, a Martínez de Hoz, lo limaban. Lo hacían porque tenían el reemplazo. Rogelio Frigerio, que antes del golpe interno de Magnetto, era el capitoste del diario (por entonces diario), ambicionaba el Ministerio de Economía.

Tapa del 26 de junio de 1979. Ernestina y Videla entregan la copa. Grandes socios

Ahora hacen lo mismo. No sabemos quién es su hombre para la AFI (Agencia Federal de Inteligencia) pero sí que su éxito sería más calamidad aún para la población.

Ahora sí podés entender la nota de Roa, el editor, en que ratifica que quieren la AFI. O cualquiera de las anteriores que se leía lo mismo. Como ésta.

Volvé Stiuso, te perdonamos

Ricardo Roa

Nunca es posible saber públicamente la eficacia de los espías. Si hacen bien su trabajo secreto su mérito debe quedar secreto. De su ineficacia a veces nos enteramos todos.

No hay encuestas aunque no son necesarias: vale más la defensa que hace Carrió de Gómez Centurión que la denuncia desprolija de Bullrich contra Gómez Centurión, que en manos de Macri forzó la salida del jefe de la Aduana.

El kirchnerismo alimentó un monstruo hasta hacerlo gigante: Stiuso. Espió por una década a opositores, jueces, empresarios, periodistas. Sirvió a Néstor y a Cristina casi hasta el final. Casi. Lo excluyeron mientras creaban otro monstruo para dehacerse del antiguo: el general Milani.

Con el cambio de gobierno, el descontrol del aparato de la SIDE, ya rebautizada Agencia Federal de Inteligencia, creció. Inteligencia pocas veces demostrada a no ser por aprietes varios, denuncias varias y seguimientos clandestinos.

Allí Macri puso a manejar la caja a su amigo Arribas, hombre de nada que ver con los servicios y mucho que ver con la compraventa de futbolistas. Y Nicky Caputo puso a la ex diputada Majdalani para manejar lo operativo. Dato clave a tener en cuenta: Aduana y SIDE o AFI siempre tuvieron una relación muy estrecha.

La última prueba, los seguimientos a Gómez Centurión y a quien él dice que es o era su soplón predilecto para internarse en el submundo de las mafias del contrabando: Barreiro Laborde. Un empresario trucho y un dislate de Gómez Centurión.

Hay una foto que publicamos ayer que parece tomada con una Polaroid o un teléfono móvil de primera generación. Y añadido, el lenguaje típica e inconfundiblemente abstruso de la SIDE. A las patentes de los autos las llama dominio y al número municipal de las calles le dice catastral.

Arribas y Majdalani dicen a coro que la AFI “no realiza actividades ilegales” y con ese argumento se presentaron ante la Justicia. Sería un milagro que admitieran lo contrario. También pidieron que citen al periodista Claudio Savoia de Clarín.

Ya que están, sería útil que dijeran quiénes estaban siguiendo a Gómez Centurión y a Barreiro Laborde. Y si no saben eso habla de ellos. También si detrás opera la empresa C3 del ex agente de la CIA Frank Holder y Alejandro Scaturice.

Es la empresa con la que la SIDE kirchnerista tercerizaba tareas de espionaje interno. Una hipótesis dice que la mafia aduanera contrató a C3 para espiar a Gómez Centurión. Atención Bullrich.

Si queremos decir que cambiamos, cambiemos. Si no, en cualquier momento pueden aparecer mensajes con la consigna volvé Stiuso, te perdonamos.

Nota de Clarín. Original aquí.

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