Por Alejandro Gamero*
“Bienvenida a la verdad”. Con esta significativa frase, Abuelas de Plaza de Mayo anunció y recibió con los brazos abiertos al nieto recuperado Nº117: es una mendocina que caminó por la vida durante 38 años sin saber que sus padres no la habían abandonado, sin saber que habían sido secuestrados y asesinados, tampoco supo que ella nació en cautiverio y fue arrebatada del seno materno para borrar, sin piedad, la historia de quién verdaderamente era.
El nieto Nº117 (su actual identidad se reserva) ya sabe, gracias a la prueba de ADN, que es hija de Walter Hernán Domínguez y de Gladys Cristina Castro, un joven matrimonio mendocino que fue secuestrado el 7 de diciembre de 1977, en plena dictadura militar, en la vivienda que alquilaba en Godoy Cruz.
Y también conoce que su abuela paterna es María Assof de Domínguez (83), actual presidenta de Madres de Plaza de Mayo en Mendoza desde 1997 y quien la buscó todos estos años.
Todavía conmovida, su abuela expresó sin egoísmos: “Aún no la conocemos y esperamos ansiosos poder verla, cuando ella quiera vernos”.
Su tío, Osiris Domínguez, que de milagro se salvó de ser secuestrado junto con su hermano, porque a la estaba trabajando, y tuvo que huir al exilio, afirmó a Diario UNO: “Ahora tenemos la tranquilidad de que ella ya sabe que siempre la buscamos y que la estamos esperando”.
Walter Domínguez tenía apenas 22 años cuando lo secuestraron junto con su esposa embarazada. Era estudiante de Arquitectura, chofer de colectivo y delegado gremial. Gladys tenía 24, seis meses de embarazo, estudiaba Diseño y trabajaba en una panadería.
Ambos hicieron el secundario en los colegios de la UNCuyo y militaban en el Partido Comunista Marxista Leninista, situación que los dejó en la mira y en las garras de los lobos de la represión militar. Nunca más se supo de ellos, puesto que hoy el matrimonio sigue desaparecido.
Del recién nacido tampoco se sabía demasiado, ni siquiera si era una niña o un varón, lo que complejizó aún más su hallazgo.
Su abuela, María de Domínguez, fue quien acudió a Abuelas de Plaza de Mayo en 1978 para dar con ella y después de más de tres década la ha encontrado.
La búsqueda no fue fácil. La familia Domínguez creyó en 2001 haber encontrado al bebé de Walter y Gladys: un varón que vivía en Córdoba. Las pruebas de ADN dieron negativo.
Esta nieta no apareció de golpe y es un fiel testimonio de la titánica tarea de recuperación de los nietos desaparecidos.
Estuvo, por primera vez, en los papeles e informes de Abuelas de Plaza de Mayo en 1994. Ella tenía 16 y probablemente no lo sabía.
La organización se había enterado  de que una adolescente vivía con un matrimonio mayor, inscripta como hija de ambos, pero que no lo era y que ella sabía que no eran sus padres biológicos.
Sin embargo, no tuvieron éxito para abordarla en distintos intentos. Tuvieron que esperar 21 años y recién en 2015 un equipo de la Conadi (Comisión Nacional del Derecho por la Identidad) pudo contactarla y proponerle un ADN. Ella accedió y la prueba reveló que la verdad estaba guardada allí, en sus propios genes.
La segunda mendocina hallada
En 2007, Celina Manrique Terrera fue la primera mendocina desaparecida, hija de desaparecidos, que fue hallada por Abuelas de Plaza de Mayo: la nieta N°86. Se llamaba en ese entonces Silvina Guiraldez y no solo su nombre no era el que le habían puesto sus padres biológicos desaparecidos sino que su cumpleaños lo festejaba en una fecha en la que tampoco había nacido.
Fue secuestrada con apenas 8 meses junto a sus padres y fue a parar a una familia de Godoy Cruz que la crió durante 29 años hasta que supo la verdad. La nieta N° 117 es la segunda mendocina hallada.
*Diario Uno

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.