Por Carlos Almenara

El gobernador Pérez no fue. Temblores, hecatombes… Pérez no fue.

Francisco Pérez finalmente no fue a la Fiesta de la Ganadería en General Alvear.

Su ausencia fue señalada por sectores opositores entre los que se cuenta la Cámara de Comercio de General Alvear como si hubiera mancillado alguna tradición indiscutible. Si fuera cierto, el gobernador no merece más que un caluroso aplauso.

Cuando se sostiene que desde 2003 se recuperó la política a nivel nacional se hace referencia, en lugar destacado, a que los gobernantes no agachan la cabeza frente a los retos y mandamientos de empresarios poderosos. Los de Alvear no son, ellos, tan poderosos pero adoptan el discurso que encanta a sus mayores y con el que se referencian.

Desde 1976, por lo menos, los grupos económicos concentrados han asumido con total naturalidad que el gobierno de la cosa pública es algo que les pertenece. Con un mínimo reparo en las “formas” de la democracia tienen una actitud análoga a la del Dr. Nelson Castro en la pantalla de TN. Así como Castro reta y hasta insulta a la presidenta, corriendo los límites al ridículo, las corporaciones empresariales bajan su discurso corrientemente neoliberal poniéndolo como cosa del “sentido común” o pretendiendo convertirlo en “política de estado” y exigen, ordenan a los representantes del pueblo.

Un paréntesis merece el emisor en este caso, la Cámara de Comercio de General Alvear. No conozco por nombre sus miembros, presupongo un cierto perfil, mediano, algunos pequeños empresarios, relacionados a la economía alvearense. Si los gobernantes hicieran caso a los pedidos de su presidente, Ariel Romero, muchos de sus asociados terminarían fundidos. No hace falta especular, basta ver la historia. Romero pide las medidas de los noventa, muchos de esos empresarios terminaron fundidos en los noventa.

Me adelanté en decir que el discurso al que no asistió el gobernador fue una profesión de fe neoliberal. Un compendio de críticas por lo mucho que creció el Estado, por la asfixiante presión impositiva, críticas al “clientelismo político disfrazado con el eslógan de la distribución del ingreso” que convierte a muchos argentinos en dependientes del Estado y votantes cautivos, un mandato a la reducción del gasto público al próximo gobierno (nacional, provincial y también municipal por las dudas), en fin, el bien conocido recetario ortodoxo.

Eso sí, después de decir que los impuestos son insoportables, de ordenarle “a los políticos” que hay que reducirlos inmediatamente, sacan su pliego de reclamos. Deben hacer rutas, deben hacer el frigorífico, deben…  todas las obras que deben hacer para favorecerlos a ellos pero sin recaudar impuestos.

En primera fila el candidato a gobernador de Cambia Mendoza, Alfredo Cornejo, asentía y alentaba las expectativas de los sectores empresariales de mandar también desde el Estado.

Lo que siempre debió ser no está de más que empiece a pasar, que los representantes del pueblo actúen con la dignidad que merece su cargo y no se resignen a recibir tratos denigrantes de los sectores corporativos.

Propongo que lo festejemos con música. Acá vaun link justo para la ocasión.

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