Claudio Bonadío mató dos supuestos delincuentes que lo asaltaron. Alegó legítima defensa pero los muertos tenían disparos en la espalda y en la nuca.

Mirá en Clarín (5 de octubre de 2001)

Un joven que se enfrentó con el juez Bonadio recibió dos tiros por la espalda

El sábado el juez se tiroteó con dos agresores

  • Aún no está claro si lo iban a robar o si el ataque respondía a otro motivo
  • Los atacantes murieron
  • Uno recibió seis tiros, entre ellos en la nuca y otro en la espalda

ROLANDO BARBAN

En total fueron siete disparos los que hizo el juez federal Claudio Bonadio para matar a los dos jóvenes que lo atacaron en Villa Martelli, el viernes pasado. Al primero le pegó un solo balazo, en el cuello, según revela ahora la autopsia. Al otro le acertó seis tiros, de los cuales al menos dos tienen una característica que podría dar un vuelco en la causa: fueron hechos por la espalda.

El fiscal de San Isidro que investiga el caso, Hugo Celaya, aún no sabe cómo calificar lo que pasó. Una opción es decidir que el juez Bonadio actuó en legítima defensa. La otra, más grave, sería imputarlo por exceso en la defensa, un delito que tiene la misma pena que el homicidio culposo: seis meses a cinco años de prisión.

En la fiscalía indicaron a Clarín que la causa se empezará a definir cuando estén listas las pericias complementarias que Celaya ordenó ayer. Allí se determinará con precisión, entre otras cosas, desde que distancia se hicieron los disparos que mataron a los jóvenes. A partir de este dato, el fiscal decidirá si cita a Bonadio a declarar como testigo o como imputado, algo que todavía no hizo.

El tiroteo se produjo pasadas las 20.30 del viernes pasado, cuando Bonadio llegó a Villa Martelli en su Audi negro. Lo acompañaba un amigo de años, Miguel Angel Patrani (44), quien vive en Mar del Plata pero estaba pasando unos días en su casa. El plan era comer un asado en el chalé de un matrimonio amigo, Graciela y Carlos, en cuyo subsuelo funciona un templo africanista.

El juez y Patrani bajaron del auto en San Martín y Matienzo, a 50 metros de la casa donde los esperaban. Bonadio llevaba una bolsa con dos vinos y su amigo, un ramo de flores para la anfitriona. Caminaban charlando, distraídos, cuando los sorprendieron dos jóvenes.

Según declaró Patrani ante el fiscal, uno de los jóvenes se le paró detrás y lo amenazó con un arma. «Dame, dame, dame», le gritó, mientras le tironeaba un maletín que llevaba colgado de un hombro. El otro se ubicó junto a Bonadio. Enseguida hubo un disparo y el amigo del juez cayó herido. Una bala le había atravesado el hígado.

Al mismo tiempo —Patrani no sabe si fue antes o después de que le dispararan— el joven que estaba junto a Bonadio notó un detalle: el juez llevaba un pistola Glock calibre 40 en el cinturón. «Cuidado que éste está armado», llegó a gritar.

Bonadio no dudó. Sacó su pistola y disparó siete veces. Al mayor de los jóvenes, Germán Lorenzatti (20), le pegó un tiro en el cuello. Herido, el asaltante se fue corriendo. Hizo 150 metros y cayó a la vuelta, a los pies de un vigilador privado que se acercaba al lugar. No se le encontraron armas. Lo llevaron al hospital de Vicente López y murió mientras lo operaban.

Los otros seis disparos de Bonadio le dieron a Daniel Villar, de 19 años. Uno le entró por el pecho, en la zona izquierda. Las trayectorias de los siguientes permitirían deducir que estaba girando para escapar cuando fue alcanzado: uno en el brazo derecho y dos en el costado exterior del muslo derecho (uno salió por la ingle). Los últimos dos balazos le dieron cuando ya estaba de espaldas; uno le pegó en la nuca y salió por su pómulo derecho; el otro le atravesó las vértebras y salió por su cadera izquierda.

«Todas las heridas fueron vitales. Es decir, Villar estaba vivo cuando recibió cada uno de los balazos. Por eso no se puede establecer con certeza cuál fue el primer disparo y cuál, el último. Solo se puede deducir», dijeron fuentes judiciales a Clarín.

Villar cayó muy cerca de Patrani. Un médico vecino, que había escuchado los disparos, salió de su casa y se acercó a ellos. Decidió auxiliar al amigo del juez, porque el joven estaba desahuciado. Cuando llegó la ambulancia ya estaba muerto. A su lado se encontró una pistola calibre 9 milímetros con la que había disparado una sola bala, la que le dio a Patrani.

El amigo de Bonadio hoy está internado en terapia intensiva del hospital Houssay. Padre de dos hijos de 6 y 5 años, especialista en informática, ya está fuera de peligro. «Pero todavía está muy sensible sobre lo que pasó», le dijo ayer a Clarín su mujer, Susana Molina.

Patrani declaró el lunes ante el fiscal, quien empezó preguntándole quién fue el primero en disparar. Su testimonio es el único que hay sobre lo que pasó, ya que Bonadio todavía no fue citado y nadie más vio el enfrentamiento. En la fiscalía ahora intentan determinar además si todo fue un intento de asalto o si hubo algo más.

La hipótesis de que el ataque habría sido en realidad un «apriete» contra Bonadio surgió poco después del tiroteo. Fue cuando el propio juez recordó que, horas antes de los disparos, había sido amenazado en su despacho por un joven acusado de liderar una banda de secuestradores.

Se refería a Cristian Bettiga, de 20 años, quien está invoulcrado en dos causas por secuestro que investiga Bonadio. También está imputado en el secuestro del empresario Abraham Awada, ocurrido en agosto. Según fuentes judiciales, el joven le habría dicho al juez que estaba enojado con él porque había detenido a su abuela.

Por ese episodio, Bonadio hizo una denuncia que hoy investiga su colega Jorge Ballestero. El fiscal Celaya, mientras, intenta determinar si algún antecedente penal conecta a los dos jovenes baleados con Bettiga y está detrás de una pista nueva: quiere saber si es cierto que los asaltantes llegaron al lugar del tiroteo en remís.

Fuente: Clarín. Link. Foto: diarioregistrado.com

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