Desde que Cristina Kirchner decidió averiguar qué pasó en la AMIA y para eso echó a los encubridores de la SIDE, Argentina sufre primero un ataque y luego una presión sobre sus decisiones que la sitúan en un papel internacional subordinado a una lógica que debe conocerse y entenderse.

En Argentina cambian muchas cosas pero algunas tienen perdurable continuidad. Un ejemplo de estas últimas es la manipulación de la causa del atentado a la AMIA. Desde 1994 el mismo grupo, del que Antonio Stiuso es una de las piezas pero incluye a “Fino” Palacios (el policía de Macri), sectores de la Policía Federal y la bonaerense, la Mossad y la “embajada”, tienen control absoluto sobre la causa del atentado a la mutual judía.

Aún cuando tuvieran que entregar a Menem, Beraja, el ex juez Galeano, los fiscales Müller y Barbaccia (socios de Nisman) por hacerles los deberes, el poder detrás del control de la causa sigue incólume. Hemos visto su fuerza en todas las operaciones que rodean a la muerte de Nisman.

El rol de esta causa es claro en la geopolítica israelí – norteamericana. El atentado a la AMIA les sirve como motivo para atacar (diplomáticamente por ahora) a Irán. Es el principal motivo para sindicarlo como patrocinante del terrorismo.

Los acuerdos de Barack Obama con los persas no disminuyen las presiones; al contrario, excitan la ferocidad de Netanyahu y sectores del Partido Republicano, entre ellos, los buitres (Singer es el principal aportante a Marco Rubio, Adelson, su socio, financia a Netanyahu y enviaba sobres a Nisman).

Precisamente, el acercamiento de Obama a Irán motivó una gira de Netanyahu por Estados Unidos y un inédito desaire al presidente cuando habló ante el Congreso sin su aval y para criticarlo. Esto es lo que está a la vista de dicha ofensiva, fuera del escrutinio público quedan sus instrucciones a obedientes organizaciones comunitarias para alinearse en estrategias partidarias. Fruto de ellas, entre muchas otras consecuencias, la diputación por el PRO de Waldo Wolff, número dos de la DAIA.

¿Se animaría ud. a responder con qué jefe de gobierno se ha reunido más veces Mauricio Macri?

Quizá se sorprenda. No ha sido el de un vecino. No ha sido el de de alguno de los principales socios comerciales. Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí. Y si lee esta nota verá que ello no es casual.

La tensión hacia adentro del imperio se ve en las idas y vueltas con Irán. Hoy Estados Unidos está cuestionándolo nuevamente en la ONU.

Hay que comprender una cosa del imperialismo estadounidense. Estados Unidos tiene muchas caras, Obama siguió un rumbo con Irán que sería impensado hace poco tiempo. Lo mismo con Cuba. Pero cuando una posición gana la pulseada, el imperio se ordena a una sola voz. Esto es, si los sectores republicanos y del lobby israelí ganaran la pulseada en política hacia Irán, Obama y el Departamento de Estado serían los primeros soldados de esa causa.

Hace ya algunos años Estados Unidos utiliza a sus jueces como armas en el tablero geopolítico. Así como a los medios. Canónico es el caso de las sanciones a Rusia, tomadas sin pruebas por informes mediáticos respecto del derribo de un avión sobre Ucrania que se probaron erróneos.

El fallo de un juez de Nueva York contra Irán por un atentado que nadie más que ese juez le adjudica, el de las Torres Gemelas, muestra que el temor al ridículo no es límite para el uso de esa “justicia”.

Someterse a los caprichos de esos jueces es un camino de ida. Es una entrega de la soberanía nacional a los caprichos del Departamento de Estado que tendrá la pata encima nuestra ante cualquier decisión. Esto no tiene nada que ver con el derecho o la lógica es un arma del imperio para someternos.

Y se ve claro que Macri es un entusiasta de que el imperio nos ponga la pata encima.

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.